Dice mi doctora que me deriva preferente para las pruebas, me llamaran lo antes posible y, aún así, me pide perdón por el futuro retraso que acabara con mi vida. Mientras ella enumera los motivos y excusas un albañil divide su consulta en dos. La mitad para Montse el resto lo realquila el gobierno a un tratante de esclavos.
– Están recortando gastos- me comenta mi médica pluriempleada como camarera- por qué usted no tendrá mutua ¿verdad? Eso aceleraría el proceso.
Siempre alaban sus beneficios. Más puestos de trabajo, recuperación económica del país,…un tratamiento a tiempo para mi enfermedad. Por desgracia no me puedo permitir ninguna. Me conformo con mi lento fallecer en la sala de espera, abrazado al seguro que me ha vendido un celador, garantía de un bonito entierro.
De repente le grito al ordenador del mostrador. Atacado de dolores construyo como puedo las frases, le increpo y finalmente, derrumbado, le suplico- por favor, dame hora, no tengo nada más…no puedo…más- pero los números no entienden de vida y el capital necesita curarse por encima de las personas….
LaRataGris