Altruista

1 diciembre 2014

Llevaba una camiseta con un cristo del sagrado corazón, un tío con barba, solía llamarle. Sin dinero hasta los más ateos pueden parecer creyentes, si la ropa que donaron a la parroquia lo propicia o si el sueldo justifica los hábitos.

No le daba el sarpullido que esperaba, pero tenía que dar demasiadas explicaciones en cuanto reconocían al personaje famoso, Jesus. Eso si, siempre era una buena entradilla para predicar su buena nueva, ¡ Dios no existe!, que en realidad no era nada nuevo pero si una buena y vigente, urgente, necesidad el transmitirlo antes de que otro incauto picara, ya había demasiada oveja en el redil.

Vicente había empezado a trabajar sin cobrar en una fábrica muy prometedora, le prometo que si lo hace bien, le decían, si no rechista, si cumple, si se plega, si…llevaba ya tres meses así y empezaba a estar harto. El Cristo de su camiseta se había borrado con el sudor de su frente y, dignificado, esperaba que le lanzasen alguna miseria que pudiese roer. Tengo tanta hambre, rugían sus tripas, que aguantare un poco más para ver si compensan mi dedicación y altruismo. Pero la recompensa no llegaba y murió de inanición.

Lo recibieron en la fosa común, vestido con sus mejores galas, su camiseta desgastada y unos pantalones del uniforme que no había devuelto. Algún día, le decía siempre un fantasma que le había tocado como compañero, nos levantaremos como un sólo muerto y expropiaremos los mausoleos, seguro que la gente de los nichos de clase media nos apoya. Pero Vicente callaba por que ya sabía que o se había hecho en vida o, si no, uno se muere y se lo queda como un recuerdo de lo que pudo sin suceder.

LaRataGris