Era su primer día en el negocio familiar. Sería un igual a su padre, idéntico a su abuelo.
-Tengo tanta suerte-
Se sentía afortunado de ser hijo de un hombre tan importante. Tenía muchos amigos, los había visto caer, se pudrían de hambre y ganas.
Él se sabía especial- Soy clase media y lo voy a aprovechar – su papá estaría orgulloso.
Recibió el gancho que su abuelo entregó a su padre el primer día, le prestaron un carro hasta que pudiese conseguir el suyo propio y salió con una sonrisa a revisar todos los contenedores de la ciudad.
Eran como cofres del tesoro a los que a los que los pobres no tenían acceso, por no tener la llave que les otorgaban a los emprendedores. Él, en cambio, era de una clase privilegiada, no un vago sin remedio, tenía el futuro resuelto, igual que también lo tendría su hijo.
LaRataGris