El tesoro medio

8 octubre 2019

Era su primer día en el negocio familiar. Sería un igual a su padre, idéntico a su abuelo.

-Tengo tanta suerte-

Se sentía afortunado de ser hijo de un hombre tan importante. Tenía muchos amigos, los había visto caer, se pudrían de hambre y ganas.

Él se sabía especial- Soy clase media y lo voy a aprovechar – su papá estaría orgulloso.

Recibió el gancho que su abuelo entregó a su padre el primer día, le prestaron un carro hasta que pudiese conseguir el suyo propio y salió con una sonrisa a revisar todos los contenedores de la ciudad.

Eran como cofres del tesoro a los que a los que los pobres no tenían acceso, por no tener la llave que les otorgaban a los emprendedores. Él, en cambio, era de una clase privilegiada, no un vago sin remedio, tenía el futuro resuelto, igual que también lo tendría su hijo.

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La llave escrita

4 junio 2018

El cuento no era gran cosa, quizá por eso era tan buen cofre. Una historia de príncipes y princesas, de corte clásico. Ella: meliflua, enfermiza; él: gallardo, apuesto, salvador.

No aportaba nada a la realidad excepto una pequeña llave escrita. Ningún adulto era capaz de distinguirla, incluso a algún niño se le escapaba que en la frase «… Era un canalla veterano en mil refriegas» Justo allí, se escondía la llave.

Era la presentación del malo, malísimo. Resulto ser más progresista que los buenos.

Al leerlo de forma rápida y apresurada se desdibujaban las palabras y, sobre los páginas del libro, se formaba una pequeña puerta por la que solo cabía un cuerpo de pequeño. Necesitabas imaginación para poder abrirla pero quien la veía ya no podía cerrarla.

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puertas a otros mundos


La puerta abierta

5 septiembre 2017

Erase una vez una puerta abierta- Por ella- pensaba Isabel- pueden entrar todo tipo de miedos, me da miedo.

Se imaginaba a los vampiros agazapados al otro lado, expectantes Zombis, hombres lobo y señoras mayores que pellizcan las mejillas y pinchan al besar.

-Seguro que por ella,- se decía tapándose con la sabana hasta cubrir la cabeza para que no le atrapasen- no me cabe la menor duda, que esta puerta permitirá el paso del color gris, que sin duda es la pintura más horrible que puebla la realidad. Los fantasmas pasarán sin llamar, los profesores de lenguas muertas y estudiantes abusones también, escondidos tras máscaras de hockey y terribles propósitos- Sera mejor que la cierre- se dijo temblando.

Cogió una espada de goma Eva, un escudo de cartón, el casco de la bicicleta y un mínimo, lo que pudo reunir, de valor; el suficiente como para arrastrar sus pies al ritmo que le marcaba el castañeo de los dientes. Lentamente se fue aproximando hasta estar tan cerca que los indios podían atraparla. Sin escape alargo la mano temblorosa mientras no podía dejar de vigilar la luz que salía de allí. Al fondo se veían unicornios y una cascada de helado de vainilla, mariposas multicolores revoloteaban sobre flores repletas de dulces fragancias que le invitaban a pasar. Isabel alargo su mano como si solo tuviera que rozarlo para saber que era real.

-¿Isabel?- llamó su madre- cierra ese libro y apaga la luz que es muy tarde.

-Pero Mamá, estoy a punto de entrar.

-¡Me da lo mismo!- le gritó- es muy tarde y mañana tienes que madrugar.

-Esta bien, Mamá- con desgana cerró la entrada pero también la salida a otro mundo.- Aunque- se susurró- me guardo la llave para poder abrir otro día.

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Abre tu puerta al mundo de las cucarachas en:

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Huida con la llave de la razón-Esa alegría de estar rota

17 noviembre 2014

Huida con la llave de la razón

Esa alegría de estar rota y llegar a ningún lado

 

Encima de todo llegué tarde

al club, noche de lluvia encima de mí,

encima esa nube de cigarrillos y cervezas.

Contra la ira de la multitud, mi sonrisa,

aunque contra mí el rompecabezas urbano

en el tejido contra mis ideas mi cráneo

yo, encima contra la rubia de la barra y sus tetas.

Estridencia, rock y algo de dulce fastidio

ante la estupidez de tus razones

mi razón constante y ante el hueco de mi cabeza,

que eres tú pero no lo sabes, la costra de mi rebeldía

ante todo esta calle del club donde te pierdo

porque ante el abismo de hastío, ese que me dejas,

una tocada y una noche y una ligera sorpresa, mi sonrisa,

que aborda ante el escenario un bajo. Lo enchufé

tarde también, pero toqué y sonreí y te olvidé. Pero no eras tú,

era ese cuerpo de razones tuyas encima de mi amor

contra mi deseo erótico de ti ante tu cuarto sin un ápice de diversión.

Rómulo Pardo Urías

Imagen: LaRataGris

Poema: Rómulo Pardo Urías

Voz: Hélène Laurent

La poesía muerde


Mi propio enemigo

23 julio 2010

Mi propio enemigo