El tesoro medio

8 octubre 2019

Era su primer día en el negocio familiar. Sería un igual a su padre, idéntico a su abuelo.

-Tengo tanta suerte-

Se sentía afortunado de ser hijo de un hombre tan importante. Tenía muchos amigos, los había visto caer, se pudrían de hambre y ganas.

Él se sabía especial- Soy clase media y lo voy a aprovechar – su papá estaría orgulloso.

Recibió el gancho que su abuelo entregó a su padre el primer día, le prestaron un carro hasta que pudiese conseguir el suyo propio y salió con una sonrisa a revisar todos los contenedores de la ciudad.

Eran como cofres del tesoro a los que a los que los pobres no tenían acceso, por no tener la llave que les otorgaban a los emprendedores. Él, en cambio, era de una clase privilegiada, no un vago sin remedio, tenía el futuro resuelto, igual que también lo tendría su hijo.

LaRataGris


Privilegiado

23 septiembre 2011

Me alimentaba de esa ansiedad que no se paga ni se cura. Me faltaba solvencia para los sabios curanderos y, sin dinero, cada vez tenía más hambre de correr, de perseguir tranquilidad que dobla y aleja cada uno de mis pasos.

Me estaba cansando de esa paz heredada, de ese aparentar normalidad para evitar sus recetas de felicidad rápida y efectiva. Necesitaba sentir un poco de libertad para evitar seguir deteriorándome sobre los restos de una vida gastada.

Compré un cucurucho de menta y saboreé la cena que acababa de malgastar. El vendedor me trató como a un señor; me agradeció la compra, me deseo buenos días y me invitó a volver. Yo me alejé con la sonrisa y la calma de aguantar una semana más para poder volver a sentir los lujos de quien puede. Contador a cero y de nuevo alimentar la bestia intranquila.- Buenos días señor pequeño- y se que todo el que me saluda es envidia por que soy de la élite, un privilegiado que pueda prescindir de una comida para darse un capricho.

LaRataGris