Aproveché una oferta para comprarme algo que no necesitaba, que no podía pagar.
Un trasto demasiado grande, color crema y suave. No me combinaba con el Feng shui de la casa ni me transportaba al shangri-la y, aún así, le busque el rincón perfecto; lo deje Protegido con una colcha estampada.
Aunque compré la tela sin descuento hacia juego con el color de mis ojos y la puedo pagar a seis meses, con un interés razonable.
Mostré mi adquisición con orgullo, fotografié y presumí de preciosa inutilidad; etiqueté al vendedor por si alguien más quería disfrutar de mi dicha.
Fue un lujo instantáneo que me catapultó de inmediato al Olimpo de los corazoncitos y los likes de todas las redes sociales. Luego paso su momento y me puse como loco a buscar nuevas ofertas para viejas novedades.
Hipoteque mis pertenencias, sonreí al mundo, que maravilla ser sin tener.
LaRataGris.