Formulario B-11

24 noviembre 2025

Había una verdad de la que nadie hablaba. La sombra del régimen anterior continuaba siendo larga y pesada pero, había que callar por el bien de la estabilidad.

Convivíamos con los reflejos incluso cuando alguien pedía explicaciones, se le podía ignorar de una forma tan sencilla.

-El formulario b barra trescientos quince- Solicitó Iker haciendo que el funcionario levantase la vista del móvil para fingir tranquilidad.

– Tercera planta a la derecha, sección A cuatro.

Nadie negaba nada pero tampoco nadie entregaba nada en ese sube y baja constante: Planta dos, planta cuatro de nuevo, cinco, uno…

– Precisa el formulario B-11 para desbloquear la misiva 3 A

La ley amparaba sus preguntas, reconocía el nuevo poder, protegía al viejo.

-¿Puede hacerlo?

-Sí

-¿Vas a hacerlo?

-No- y era un no evasivo pues nadie quería quedar expuesto.

Todos sabíamos hacia dónde mirar para no quedar con las vergüenzas al aire. La normalidad se había instalado en ese terror silencioso.

LaRataGris


Sin corazón

28 julio 2011

El hombre demasiado triste pensaba que su corazón se encogía en exceso, palpitaba muy lento y quedaba a la deriva del pecho, chocando con las paredes de la caja torácica. Dolía tanto la vida, ver como la gente aceptaba las injusticias como algo cotidiano y sin solución, que pensó que si lo tiraba su existencia sería un poco más llevadera.

Se lo arrancó de un golpe, sin sentir nada. Ya no notaba el dolor, las penas, las tragedias le parecían insustanciales… igual que la alegría y la esperanza. Era un ser pasmado, un autómata perfecto y brillante.

Pero el hueco que había dejado, el pequeño agujero, del tamaño exacto al corazón, era demasiado grande, pesado e insoportable. Empezó a buscar algún objeto liviano que taponase la entrada de aire. Recorrió el mundo entero sin echar la vista atrás, sin tan siquiera girarse para ver como de la semilla que había lanzado germinaba un árbol de un millón de flores que endulzaban el viento.

Recorrió siete veces el planeta antes de volver al mismo punto del que había partido y sentarse a descansar a la sombra de su árbol. Era enorme y llenaba de felicidad a todos los que paseaban a su lado. Unos niños jugaban entre sus ramas, los amantes se abrazaban en los claroscuros y los ancianos tomaban una bocanada de aire antes de continuar caminando hacía ningún lugar. Era un sitio mágico como no había encontrado en ninguno de sus viajes. Aquella noche durmió tranquilo y por la mañana probo la fruta del árbol. Era un tanto amarga, dulce y picante. Un extraño sabor de mezclas contrarias y complementarias. Poco a poco su hueco se fue llenando del jugo de las frutas. El pecho empezó a palpitar lento, a la deriva de un encogerse normal ante las injusticias… Ya no quería volver a sentir frío, prefería abrir los ojos y aprender a cambiar el mundo antes que tener que transformarse en gente que pasea solitaria, buscando lo que ellos mismos lanzaron. Quería ser valiente y enfrentarse a las tristezas.

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