Cambios

5 julio 2022

No sé a qué edad sentó la cabeza. Cuando aceptó que el mundo era un lugar horrible en el que, si quería comer, tenía que prostituirse.

-La vida es así- se dijo con una enorme sonrisa ocultando su tristeza.- La vida, claro, la prostitución, por supuesto.

Quiero pensar que no fue una justificación, que lucho contra esa mierda.

Al final las contradicciones son los dolores que obligan, no las mil concesiones que te cambian.

Quiero creer que sigue siendo un imbécil inmaduro, que continua con ganas de cambiar el mundo.

No se resigna a un planeta podrido: borra la sonrisa en cuanto nadie mira, llena la tierra de trampas para gente demasiado domesticada.

-Hago lo que tengo que hacer- se dice- y, algún día, moriré pensando que aún necesito esa estúpida rebeldía que me impide ser útil para la sociedad, que me impide madurar.

No se a que edad sentó la cabeza pero me gusta pensar que ese día no ha llegado y con suerte no llegara.

LaRataGris


Miga de pan duro

23 noviembre 2015

Aún me quedan migajas de pan sobre el corazón. Es del último segundo que le vendí al traficante de trabajadores, para poder comer una punta de pan duro y darle miel a mis cachorros. Recojo con sumo cuidado las migas amargas, una a una para ver si puedo resistir con ellas y no necesito volver a prostituirme por cuatro monedas.

Con hambre me siento medianamente satisfecho, lo suficiente como para no necesitar que vuelvan a venderme.

– Tendrás que venderte- me dijo el esclavista- esto es un todo o nada.- si me voy no podre regresar famélico, nadie querrá volver a comprarme.

– ¡Que les jodan!-me hubiese gustado tanto gritárselo, hacer algún gesto obsceno con las manos, sacarle la lengua de una forma pueril e inmadura. En lugar de hacer lo que me pide el corazón lo entierro de nuevo en las miguitas que había recogido, no quiero tener que verlo mientras vuelvo a prostituirme. Me malvende para que pueda llorar por las noches.

LaRataGris