La vida distinta

6 febrero 2017

-¿Cómo es posible que algo así, tan pequeñito, nos halla cambiado la vida de esta manera?- y la cosa pequeña es un bebe. Nunca se a ciencia cierta si lo dicen de forma positiva o negativa, porque, aunque suelen acompañar la frase con una mirada de ojitos tiernos, no puedo dejar de intuir un cierto grado de nostalgia: ya no salgo de fiesta, no duermo,no follo… Y eso me molesta. Es evidente que algo es diferente pero, sera por que salia poco de fiesta, dormía menos y bueno…yo decidí tener hijos, yo y mi pareja fuimos los motivadores del cambio, en realidad la cosa no fue tan drástica como la pintan. Seguimos viviendo pero más felices, mucho más felices.

Dibujaba y dibujo, jugaba y ahora tengo imaginativos compañeros para el juego, experimentamos con pequeñas cosas de casa, vamos al cine, mi niña suele elegir la peli, bailamos de forma tonta y, eso si, no me dejan cantar por el bien de la humanidad.

¿Sabes a mi quien de verdad me cambio la vida? el trabajo, por que nadie te avisa. Te destrozan, te obligan, te quieren moldear o la alternativa de quebrarte. El trabajo, en mi caso, leer algo de pequeño o el viento soplando diferente… te cambia la vida, existe la transformación constante pero siguen insistiendo en algo así, tan pequeñito. ¿Cómo es posible…?

LaRataGris


La trasnmutación (la metamorfosis)

9 marzo 2015

Pequeña introducción

Bar Kafka, un viejo tugurio en la calle del escritor. Algunos, borrachos de creatividad, brindan con palabras.

– Queda inaugurada- Raúl levanta su copa de aire- la primera reunión de los insectos comunes.

– Por los insectos, salud, chinchín,…- sentencia cada uno el brindis a su manera

– Qué os parece- intervino Toni- si nuestro primer reto como colectivo es reescribir la primera página de la metamorfosis de Kafka. Mantendremos los verbos, el número de palabras, las mismas frases e idéntico protagonista, Gregorio Samsa.

La transmutación

Las pesadillas de siempre, frías, de un color azul hielo, me despiertan sin piedad.- cuatro de la mañana, cuatro y media- me he convertido en un pequeño e insignificante vegetal de apenas cinco centímetros de largo.

-¿Dónde estás, decrepito Gregorio Samsa?

Echado en un viejo colchón de plumas. Alzo mi nuevo y fibrado brazo del color de la berenjena.- ¿me ves?- la extremidad surca el aire como con vida propia, extraña al resto de mi cuerpo flácido. Aguanto la respiración, estoy nervioso, me resulta imposible no escurrirme en estas arenas movedizas de tela y pluma. Agito mi brazo mientras mi cuerpo… – ¿qué ocurre? estoy soñando en una jodida pesadilla- tengo tanto, tantísimo miedo; la pulpa de mis órganos vitales se ha desparramado sobre la cama desvencijada, inutilizado completamente, ninguneado por la gris existencia.

Yo no era así, yo…en la pared opuesta a mi cama cuelga el retrato del antiguo propietario de la habitación. En una de las esquinas de la imagen se recorta mi asquerosa silueta del color de la obsidiana, puesta sobre una pútrida manzana. El cuadro me muestra como una pequeña, insignificante, cucaracha. Tocado por los recuerdos como repugnante e infecto insecto y aún así me envuelve una extraña melancolía de cuando, erguida, esgrimía mi valentía ocultándome entre las sombras de la sucia y desordenada pequeña habitación.

Miro mis seis patitas negras, ahora raíces, equivalentes a las de un cadáver que esta repiqueteando su propia marcha fúnebre. No siento como mío ni mi único extremo vivo. Pienso, sigo ofuscado, sin olvidar cuando yo era un algo autónomo. Pero tengo dormido el cerebro, secas las neuronas, no se me permite adoptar las soluciones precisas, adecuadas. Por mucho que me esfuerzo siempre me vuelvo a quedar fuera de mi realidad.

Intentare cerrar mis siete chacras, tengo que verme en paz de alguna manera, cesar la pesadilla. Siento la fútil inutilidad de mis actos, el universo ha elegido un mal día para esta angustia. Quiero decirle al mundo que vivo pero es trabajar en balde. El esfuerzo de hablar no cambia la posición de mis finos labios agrietados por el frío. Estoy… ya no llego a ser yo, tengo la muerte pegada y siento la helada palma de su mano estirando de mi quebradizo pelo ralo. Si sólo pudiese alzarme, ver dónde está la salida a este insoportable dolor que tanto pica.

Intento rascar de mis entrañas todas mis ideas, tengo que retirar las superfluas. Produzco un sonido gutural hasta que la fricción con la estúpida realidad me dice que estoy sumamente loco, desquiciado, desequilibrado, lunático,… ido. Tal vez si duermo viviré de otra manera en el sueño, dentro de otra pesadilla infinita. Pero no hay salida. Anoto mentalmente: regresar a mi otro yo, encontrar la felicidad, sentado, desayunando… para no tener que hacer de este sufrimiento mi mundo… despedir a la negra dama para siempre.

Podría pasarme algo así. Sería genial, como si fuese un recién nacido marchando por un nuevo y excitante planeta. Iría de norte a sur, mandando sobre mi camino y me diría: ¡Piensa un poco malnacido! Me he caído, ni tan si quiera me sentare. Hablar de posibilidades, acercarme a una fantasía improbable es perder todo mi precioso tiempo. Reunir el valor, no pagar por ilusiones.

Oiréis mis silenciosos gritos, no tenéis que hacer nada, no conseguiríais absolutamente nada. ¿Levantarme siendo un ridículo y grotesco vegetal, un insecto, un humano? No saldrá nada bien.

LaRataGris

Más insectos comunes que aceptaron el reto (clica sobre los nombres):

Manu LF

Benjamín Recacha

Toni

José Bocanegra

Esther Magar

Jean Rush

En breve os ire añadiendo al resto de compañeros de viaje y si os quereis apuntar al experimento avisadme.