Desierto abandonado

11 abril 2023

Regresó a su desierto abandonado, lleno de nada importante y soledad. Hasta donde podía alcanzar su vista se perdían juguetes rotos entre dunas de polvo y cristal.

Recordaba todos y cada uno de aquellos fracasos, la tristeza de la lejanía.

-¿Por qué volver tras tantos años? – Sin respuesta.

Había aprendido tantas cosas inútiles en aquel desierto. En silencio fue recogiendo cachivaches, piezas de un museo del óxido.

– Allí- señaló. De repente la puerta por la que había vuelto a entrar, abierta.

Cada duna, en realidad, era una salida, abierta de par en par; pero que no quería. En el mundo seguro del exterior las normas le dan confianza, le indican un camino que no le hace feliz.

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Un trago de noche

9 abril 2019

Salúdame negra noche, pasa por mi rincón tristemente iluminado y hazme compañía mientras parpadea el fluorescente.

Acaricia mis miedos más pueriles, dame a probar tu misticismo irracional. Deja que mi corazón palpite como la luna llena sobre los cuerpos fríos.

Abrázame mi amante incorpórea; idea de libertad, de dolor, de atadura. Contradicción y realidad, salvajismo…nocturnidad, sueño sin final, vida, tristeza, felicidad.

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Eficientes

29 octubre 2018

Fue en dos mil veintiuno , para mi el futuro, un gusano capsular se integró, gracias a la avanzada cirugía nanotecniculógica, en mi organismo.

Son insectos tremendamente eficientes, tenerlo dentro era contar con un archivista particular. Se deshizo de todos mis pensamientos negativos, reubicando aquellos más importantes para que fuera fácil acceder a ellos sin la necesidad de buscarlos. Así me pude concentrar en lo que de verdad valora la sociedad, entonces era una persona de provecho.

Le di la bienvenida conversaciones sobre el tiempo y partidos de fútbol, adiós creatividad, hola entretenimientos absurdos, ambiciones por tener dos casas, siete coches,… un billón en lingotes de oro y un puesto de poder. Bye-bye solidaridad, inteligencia, humor,…la vida solo era producir y ascender en un trabajo anodino.

Fue a finales dos mil veintiuno, tomé laxante suficiente como para deshacer a un elefante, evacue a mi gusano capsular y fui tremendamente feliz incluso cuando me despidieron por ser demasiado humano.

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Canción de primavera

13 febrero 2017

Primavera, que fácil es bailarte y sentir la cálida luz solar sobre mi cuerpo, renacer en cada uno de tus amaneceres. Pero hoy es crudo invierno. Las notas se congelan en mi garganta, y yo necesito que se quemen bajo el sol de un verano asfixiante.

– La, la, la, la- intento calentar el aire y el se agarra a mi como un abrigo empapado; llueves y giras, viento.

Quiero voltear con el, que cada paso rompa una gota antes de chocar contra el suelo.

Me denudo para resfriarme, por que es fácil cantarle a la primavera pero yo vivo este invierno, donde vuelo y me hago felicidad a fuerza de ser feliz, solamente feliz, unicamente feliz. Incluso donde duele y no quiero estar, pero sueño contigo, primavera.

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Parafraseando sus defensas

20 octubre 2016

Parafraseando sus defensas


La trasnmutación (la metamorfosis)

9 marzo 2015

Pequeña introducción

Bar Kafka, un viejo tugurio en la calle del escritor. Algunos, borrachos de creatividad, brindan con palabras.

– Queda inaugurada- Raúl levanta su copa de aire- la primera reunión de los insectos comunes.

– Por los insectos, salud, chinchín,…- sentencia cada uno el brindis a su manera

– Qué os parece- intervino Toni- si nuestro primer reto como colectivo es reescribir la primera página de la metamorfosis de Kafka. Mantendremos los verbos, el número de palabras, las mismas frases e idéntico protagonista, Gregorio Samsa.

La transmutación

Las pesadillas de siempre, frías, de un color azul hielo, me despiertan sin piedad.- cuatro de la mañana, cuatro y media- me he convertido en un pequeño e insignificante vegetal de apenas cinco centímetros de largo.

-¿Dónde estás, decrepito Gregorio Samsa?

Echado en un viejo colchón de plumas. Alzo mi nuevo y fibrado brazo del color de la berenjena.- ¿me ves?- la extremidad surca el aire como con vida propia, extraña al resto de mi cuerpo flácido. Aguanto la respiración, estoy nervioso, me resulta imposible no escurrirme en estas arenas movedizas de tela y pluma. Agito mi brazo mientras mi cuerpo… – ¿qué ocurre? estoy soñando en una jodida pesadilla- tengo tanto, tantísimo miedo; la pulpa de mis órganos vitales se ha desparramado sobre la cama desvencijada, inutilizado completamente, ninguneado por la gris existencia.

Yo no era así, yo…en la pared opuesta a mi cama cuelga el retrato del antiguo propietario de la habitación. En una de las esquinas de la imagen se recorta mi asquerosa silueta del color de la obsidiana, puesta sobre una pútrida manzana. El cuadro me muestra como una pequeña, insignificante, cucaracha. Tocado por los recuerdos como repugnante e infecto insecto y aún así me envuelve una extraña melancolía de cuando, erguida, esgrimía mi valentía ocultándome entre las sombras de la sucia y desordenada pequeña habitación.

Miro mis seis patitas negras, ahora raíces, equivalentes a las de un cadáver que esta repiqueteando su propia marcha fúnebre. No siento como mío ni mi único extremo vivo. Pienso, sigo ofuscado, sin olvidar cuando yo era un algo autónomo. Pero tengo dormido el cerebro, secas las neuronas, no se me permite adoptar las soluciones precisas, adecuadas. Por mucho que me esfuerzo siempre me vuelvo a quedar fuera de mi realidad.

Intentare cerrar mis siete chacras, tengo que verme en paz de alguna manera, cesar la pesadilla. Siento la fútil inutilidad de mis actos, el universo ha elegido un mal día para esta angustia. Quiero decirle al mundo que vivo pero es trabajar en balde. El esfuerzo de hablar no cambia la posición de mis finos labios agrietados por el frío. Estoy… ya no llego a ser yo, tengo la muerte pegada y siento la helada palma de su mano estirando de mi quebradizo pelo ralo. Si sólo pudiese alzarme, ver dónde está la salida a este insoportable dolor que tanto pica.

Intento rascar de mis entrañas todas mis ideas, tengo que retirar las superfluas. Produzco un sonido gutural hasta que la fricción con la estúpida realidad me dice que estoy sumamente loco, desquiciado, desequilibrado, lunático,… ido. Tal vez si duermo viviré de otra manera en el sueño, dentro de otra pesadilla infinita. Pero no hay salida. Anoto mentalmente: regresar a mi otro yo, encontrar la felicidad, sentado, desayunando… para no tener que hacer de este sufrimiento mi mundo… despedir a la negra dama para siempre.

Podría pasarme algo así. Sería genial, como si fuese un recién nacido marchando por un nuevo y excitante planeta. Iría de norte a sur, mandando sobre mi camino y me diría: ¡Piensa un poco malnacido! Me he caído, ni tan si quiera me sentare. Hablar de posibilidades, acercarme a una fantasía improbable es perder todo mi precioso tiempo. Reunir el valor, no pagar por ilusiones.

Oiréis mis silenciosos gritos, no tenéis que hacer nada, no conseguiríais absolutamente nada. ¿Levantarme siendo un ridículo y grotesco vegetal, un insecto, un humano? No saldrá nada bien.

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Más insectos comunes que aceptaron el reto (clica sobre los nombres):

Manu LF

Benjamín Recacha

Toni

José Bocanegra

Esther Magar

Jean Rush

En breve os ire añadiendo al resto de compañeros de viaje y si os quereis apuntar al experimento avisadme.


¿cansado?

8 diciembre 2014

El cansancio es una virtud, divina virtud, prohibida. No esta permitido parar pero si lo haces que sea para explotar. Tienes que volar, expandirte, aprovechar ese segundo soberbio. Si quieres acumula felicidad por que luego hay que continuar. La vida, en gran medida por culpa del trabajo, de quien manda, es una carrera sin final.

– No pienso participar- le obligaran a ser parte de la maquinaria, una pieza importante hasta que sea sustituida. Con el alma por los suelos. A pesar del dolor tendrá que seguir haciendo girar su rueda hasta que lo cambien por otro más valido.- no quiero participar.-pero necesita el dinero que le da la esclavitud y es todo o nada, sumisión o revolución y, claro, lo segundo esta prohibido por quien no le interesa que estalle lo que no ha de cambiar.

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Las fotos del móvil

7 abril 2014

Era raro verla besar su móvil. Se acercaba a la pantalla sonreía, lloraba. Mezclaba felicidad y tristeza. Hilaba un nombre en el caudal de sus lágrimas, echaba de menos a su hijo. Vivía lejos, crecía con el dinero que conseguía enviarle, se volvía un hombrecito sin ella.
Se volvía tan guapo que cada nueva imagen aceleraba su pulso y le rasgaba el corazón sin remedio. Cuando ya no podía más apagaba y se iba a vender el pescado. Tanto si era fresco como de confianza, tenía que sacárselo todo de encima, era su billete de vuelta, los nutrientes de su tesoro. Haría cualquier cosa aunque se le cayese el mundo después, nada podría detenerla mientras su recompensa fuera sobrevivir, mientras su razón de ser estuviese protegido con los escudos de la distancia. -Has venido a robarnos, extranjera.- le dolía cada centímetro de su cuerpo para defenderse de las mentiras, necesitaba dormir, volver a su casa y sentirse de nuevo una persona. No tenía fuerzas para ninguna batalla, aunque tuviese la razón, podría escuchar cualquier cosa mientras los suyos estuviesen bien, como cualquiera, provenga del país que provenga.

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La vida del tullido

31 marzo 2014

Cada mañana, Senda, se arrastra hasta la silla y sentada se tapa los muñones de las piernas. Siempre coloca un par de bambas para dar la sensación de que allí donde acaba la manta comienzan sus pies, como si no fuera un escondrijo de sus vacíos y empezase a tener frío incluso en el infierno.

Su vida, por elección, era rutinaria. Nada complicado, tampoco aburrido como un trabajo, se limitaba a aparentar perfecciones. Mejoraba la farsa para que nadie sintiese lástima. Se obligaba a creer lo que debía, decía lo que consideraba que reforzaba el teatrillo. Su entorno, incluso el que no soportaba la representación, sintió pena, penita, pena por la vida de aquel tullido que no se quería. Todos intuían la verdad de aquella burda mentira, aunque jamas le evidenciaron la poca sutileza de la falacia. Acariciaban su pelo condescendientemente, sonriendo demasiado para que, sin realmente proponerselo, quebrasen las alas que le habían arrancado.

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