Aunque ya no era el hombre del momento el doctor F conservaba cierto glamour de las estrellas de cine clásico.- un fuerte aplauso-el presentador lo recibe con algo de frialdad mientras le pide al público que sea totalmente efusivo.
– Siéntese- le señala un sofá que parece recién comprado. Con precisión robótica respira la primera pregunta, demasiado suave e intrascendente. Poco a poco el tono va subiendo hasta tenerlo acorralado por todos sus pecados.
– Cuando acepte venir- intenta que recapacite y vuelva a la amabilidad inicial- fue para hablar de mis actuales trabajos en el campo de la clonación.
– El doctor,- el Showman parece ignorar sus palabras. Se levanta con los brazos en cruz y una sonrisa forzada de ironía- el semidiós necesita buena prensa. ¿qué le ofrecemos en Variedad de vainilla?- el público de la doble V es explícitamente obsceno en gestos y sonidos. Entonces el regidor corta el alboroto con un movimiento rápido del brazo mientras Jimi regresa a su butaca-¿Dígame doctor, cuando volveremos a ver algo como lo de Hitler?
– Cometimos errores,- perdido intenta defenderse- en aquella época los clones eran considerados como objetos, eran desechables e hicimos muchas barbaridades. No todas fueron culpa de la empresa. La gente…
– Claro,- vuelve a interrumpirle- ustedes promovían un juego insano de asesinatos
– Eran clones
– ¿cómo?
-Digo- dudando- que…eran clones.
– Claro- ríe cínicamente- fue una lástima que después de ser clones adquiriesen su propia conciencia ¿verdad? Eso tiro por tierra toda su investigación.
– Bueno, eran dictadores- al principio nadie se quejó por poderle pegar un tiro a un hijo de puta.
– Pero luego nos volvimos blanditos¿no es cierto, doctor?- hace una pausa que no espera respuesta. En cuanto vislumbra una no le deja meter baza y sentencia- sabe que por su culpa, ahora tenemos un montón de Adolfitos con su bigote ridículo y bien repeinados pululando por ahí? ya no podemos dispararles en la nuca o nos convertiríamos en ellos ¿sabía eso, doctor?
-No- baja la mirada y el público se lanza como un lobo, a la yugular. Entonces el regidor retiene a la turba para que no molesten a los anunciantes. El doctor queda como un reflejo de lo que era, un cuerpo sin vida, el clon imperfecto de un recuerdo.
LaRataGris