Diez años de soledad

23 mayo 2023

Perdóname por no recordar la fecha exacta, no soy uno de esos que tienen cada detalle archivado en su cerebro.

Si fuera así te diría que ese día llevabas un pantalón ligeramente acampanado y una blusa blanca con chorreras negras a la altura del pecho. Sabría si llegaste corriendo o si respiraste mil doscientas veces antes de perder el conocimiento.

Pero no soy una de esas personas de memoria fotográfica o que, en cuanto llega a casa, apunta en un diario, que jamás volverá a leer, que ha tenido una pelea y ha escapado por los pelos.

Supongo que en esta ocasión hubiera estado bien tener un registro pormenorizado de lo que me querían robar: Chaqueta tejana con un parche de eskorbuto en la espalda, zapatillas anchas, blancas con una franja azul en el lateral, las niu olimpus, tres monedas de escaso valor y un billete de no mucho más.

Por desgracia no existe tal registro; tendrás que conformate con mi memoria que es escasa y tendente a la fantasía.

Empezó hace diez años, once incluso, puede que solo cinco. Aquella mañana todo parecía normal hasta que hable con Ricardo.

Como si nunca hubiese aprendido a hablar balbuceó cuatro gruñidos que, en teoría, yo debía descifrar. Tras media hora de: repítemelo, no te entiendo, ¿Cómo? conseguí no enfadarme mucho, estaba molesto por una broma que ya duraba demasiado.

No fue el único. Desde ese instante vi que cualquiera con el que me cruzaba balbuceaba, como si se hubiesen puesto de acuerdo para volverme loco.

Durante trece días me hicieron pensar que era mi cerebro el que se había desconfigurado. El doctor no me entendía, yo estaba fuera de ese mundo cambiante. La realidad se había transformado para dejarme perdido en el pasado, sin registros fiables de porque me había peleado, de que es lo que me habían intentado robar o porque la gente se comporta de esta manera. Qué más da la ropa que llevases o si el pelo parecía cantar con el viento ¿ha cambiado el mundo? ¿son los leñadores? ¿o es que han pasado diez años de soledad?

LaRataGris


Viento correcto

22 diciembre 2020

-¿Cómo se siente usted?- preguntó el presentador-¿Qué sensación tiene sabiendo que cuenta chistes que solo usted entiende?

-Comdard- respondió mientras saltaba sobre la mesa, esparciendo los papeles con el resto de preguntas por todo el suelo. Lanzaba puntapiés sin ton ni son, provocando un caos considerable.

Desconcertado, sin saber que preguntar o hacer, el presentador colapso.

La musculatura de su cuerpo laxó mientras la cabeza, totalmente independiente, comenzó a convulsionar enloquecida.

En riguroso directo los espectadores del plató, todos los espectadores, perdieron el oremus. El espacio tiempo se rasgó en una muy mala señal; las trompetas del fin del mundo. Bajaron ángeles vengadores, poderosas Valquirias precedidas del,(con respeto), sentimiento Wagneriano . El más allá se tragó la luz y el universo, tal y como lo conocemos, implosiono de una forma sorda y controlada. Todo se fue al garete porque un programa en Primetime no estuvo a la altura y, la gente, no supo reaccionar. Todo era demasiado absurdo y complejo como para ser verdad.

LaRataGris


Roto

13 octubre 2020

Un año después.

Sus ojos tristes y cansados, perdidos, se intuían bajo la tinta de los tatuajes. Marcado tras una noche loca en la que perdió algo más que la furia y el ruido.

Aquí estoy, gritaban los dibujos de la piel y no podía esconderse.

Le había quedado una ligera cojera, también un acento doloroso y la mirada, esos ojos tristes y cansados que no dejaban de vigilar la nada.

Mama le limpió la barbilla antes de afeitarlo y, ya sin necesidad de llorar, reconstruyó en cada surco de su piel aquella noche fatídica. La llamada a los seis de la mañana de, hoy, hace exactamente un año, tres meses y dos días.

Aquel no era su hijo, esa fue su primera idea. Su hijo no se hubiese tatuado, su hijo no se volvía loco, su hijo no podía ir contradirección, sin control, escupiendo rabia y desesperación…su hijo no se había roto.

Anudó más fuerte la garganta y volvió a limpiarle la barbilla.

Una canción, como una nana o una retahíla de murmullos quejumbrosos, antes de empezar de nuevo…

LaRataGris


La pequeña mentir@

4 agosto 2020

-¿Por qué?- le preguntó la gran mentira-¿Por qué no me amas igual que la amas a ella? ¿Por qué sino es más que otra mentira pequeña e irritante? ¿Por qué si yo te prometo grandeza, respirar lujo y tranquilidad? ¿Qué te da esa furcia sin promesas?

-No me da. Ni promete ni me exige por ser. Es, si quieres llamarla así, una mentira a la que me siento más cercano. Porque cierro los ojos con la tranquilidad de que esa mentira es mi verdad. Un punto al que me dirijo, sobre el que pivoto, me acerco y me alejo porque ella es libertad. Su frio me atrae como el oso va a la miel. Es cierto que tu me das calor, un calor artificial, sin la esencia de lo que hace el calor placentero. Ella me congela y nos acurrucamos para no desperdiciarnos.

«No le dice a nadie que no le pertenece, ni que le pertenece, no ata ni desata para que todo los que estamos queramos estar porque si.»

«Ella, ese loco caos que pretendes ver, esa mentira, es real, palpable y soñadora. Ilumina sin marcar el camino, algo que tu nunca podrás»

-Puedo fabricarte un nuevo camino, venderte la idea de un retiro diferente, infinito.

-Pero,- le dije- no tengo dinero con el que comprar tus tonterías.- Y en un instante dejé de interesarle, yo y mi revolución, mientras mi pequeñ@ mentir@ seguía estando.

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Ceguera uno- inteligencia cero

4 octubre 2019

Ceguera uno- inteligencia cero

 

 

 

No tales árboles, lee digital


Estructuras: si estas aquí

8 julio 2019

Si estás aquí, -dijo la sabiduría- si estas aquí y es viernes, da igual de que semana; si estas aquí cualquier año, si estas aquí como una serie que se repite.

Si estas aquí: si estas con sol, lluvia o nieve. Si estas aquí y es viernes, ¿Qué importa la semana, el año?

Con tu uniforme y la sonrisa perpetua, igual que una serie repetida. Jugaras conmigo, me llevaras a las correas y la sonrisa perpetua, igual que una serie repetida. Jugaras conmigo, me llevaras a las correas, me aplicaras corrientes. Como una serie que se repite, si estas aquí, se repite, con tu uniforme y la sonrisa, aplicaras corrientes. Como una serie que se repite, si estas aquí, se repite, con tu uniforme y la sonrisa perpetua- dijo pequeño sabio – si estas aquí y es viernes. Juegos, da igual, correas. Si estas aquí, persiguiendo- pequeño sabio- si estas aquí y es viernes. Juegos, da igual, correas si estas aquí, persiguiendo estructuras, desmontando castillos donde quiero vivir.

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La caja de razones

21 marzo 2017

Nadie podía quitarle la razón. La guardaba en una cajita de guisantes congelados, junto a muchas otras cosas sin las que la vida carecía de sentido. Allí tenía algunas nostalgias y el sabor de la menta.

De tanto en tanto se acercaba hasta la estantería en la que le había hecho un hueco a su tesoro y, allí, se pasaba un rato oliéndola.

Mucha gente le decía-Estas loco, Martín- Pero, como ya os he explicado, el tenía toda la razón. Por eso se había hecho impermeable a este tipo de comentarios. Con su caja y muy pocas ganas de escuchar era suficiente. Era tan feliz en aquel pasado que, un día, cuando acabó su caja de cereales, la reservo para alguna de los cosas que se le habían quedado fuera.

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El voto revolucionario

23 junio 2016

El voto revolucionario


Con los ojos perdidos

25 febrero 2016

Con los ojos perdidos


Caminos de viento

16 septiembre 2013

A las doce, Antonio, notó como un viento de locos ululaba, lo agitaba todo y no le dejaba caminar allí donde quería. Lo arrastraba en dirección contraria.

Se agarró a una farola que vibraba como si alguien tratara de arrancarla. Gritó buscando ayuda y nadie estaba tan cerca como para escucharle; su terrible enemigo, el viento, deshacía sus palabras antes de que pudiesen llegar a algún puerto habitado, lo sumía en un silencio en el que unicamente permanecía el tañido incesante del mal aire, marcando los caminos de viento.

– No puedes luchar contra esto- respiró de su desanimo.-Tal vez- se dijo- debería dejarme llevar.- se vio arrastrado hasta algún lejano paraíso. También podía quedar aplastado si caía desde una gran altura, acabar en mitad del mar o volar hasta la luna.- ¿Hasta la luna?- se regaño- ya empiezo a estar loco. Si yo jamas he querido ir hasta ella, me conformo con que me acaricie su velo-. Sin esperanza trato de ir otra vez hacia la izquierda que quería, donde prefería morir aunque fuese de fracaso a sobrevivir en los paraísos que no creía.

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