Disculparemos su comportamiento pues es un lobo, de traje y corbata, de buenas maneras pero un perro salvaje. Eso ha de ser un atenuante, le puede el instinto, no lo culpabilicemos.
Tanto da que trate de aparentar elegancia, que bese el suelo que pisas o recite versos bajo tu ventana. Cuando veas su morro alargado husmeando, su pelo gris ceniza y los dientes apretados como trampas para osos, relamiéndose de hambre, aunque el miedo te azuce, no tengas reparos en señalar.
No es un cachorrito inocente ni en la primera dentellada. El lobo ha aprendido a esconderse en la manada, se justificara en su delirio- clemencia- aullara mientras culpabiliza a la víctima. Dirá de ti que eres humana, que por eso cometes errores, que nadie te tiene que perdonar, a él si, solo actúa según su piel.
El verdugo quiere que le veamos como a uno de los nuestros, tu, en cambio eres la mala. Pero no lo vamos a consentir, si tu eres una diabla nosotros también, cualquier cosa antes que un él.
LaRataGris