El villano crepuscular

17 abril 2017

-¿Quieres un te?- La respuesta se hace esperar, no llega, esta muerta. El villano se acerca hasta la única persona que ha querido en su vida. Camina de forma lenta, convirtiendo un segundo en varios minutos, hasta poder llegar a ella. Los años le han acostumbrado a que le tiemblen las manos y que los ojos se derramen por la sequedad, la tristeza es otra cosa que toma los mismos signos para dolerle un poquito más.

Cuando entra la policía le informan de que, con la carrera delictiva que tiene a sus espaldas, tendrán que hacerle la autopsia. Él se queja, sabe lo mucho que la quería, que a ella jamas le hubiese hecho daño, pero también sabe que supervillano una vez y lo eres para siempre , la opinión pública no cambia ni aunque seas viejo.

. . .

-Todo esta bien,- certifica el doctor- muerte natural.

La visten de compinche para recibir a la eternidad, él también se disfraza, metiendo barriga para caber en aquellas viejas mallas. Rechaza la silla de ruedas, camina apoyando un bastón con cabeza de cuervo en la empuñadura. Embutidos en sus trajes aparecen algunos de los héroes a los que se ha tenido que ir enfrentado a lo largo de su carrera delictiva, la vida no les ha tratado mejor, se intuye la edad tras la máscara. Le van dando el pésame, le consuelan cuando se rompe.

-Si hubiese ganado- les dice- Hoy no me considerarían el villano, si os hubiese vencido… Pero ella seguiría muerta. ¿De me ha servido todo el tiempo que he perdido intentando conquistar el mundo? ¿De qué sirve todo lo que hacéis vosotros en vuestras efímeras vidas?

los abrazos y las condolencias siguen intentando enmascarar el dolor.

Tras el funeral regresa a una casa triste y vacía, donde volverá a ofrecerle un te a la nada, como si la chica invisible continuase sentada en el sofá, acariciando al pequeño gato Misifu. Solo que no la vera, le estará gastando una broma, haciéndose realmente invisible cuando más la siente.

LaRataGris


Tradición familiar

3 diciembre 2015

-La incisión ha de ser limpia, elegante, una sutileza casi invisible. Si lo haces bien la víctima ira perdiendo su sangre de una forma suave, su musculatura dejara de responderle y la angustia de morir sera peor que la propia muerte.

Papa era un poeta extraño, siempre tan amable con los vivos. Cuando se cruzaba con mama, él, le tendía la mano y bailaban como en una de esas películas en las que todos saben donde colocarse para que los pasos sumen una coreografía perfecta.- Nunca- me decía con la mirada- debes dejar que vean que llevas un cuchillo en la otra mano- y bromeaba pasándole la hoja por la espalda, sin que ella se diese cuenta.

Por las noches me despertaba con el indice apoyado en los labios y un siseo casi inaudible para no levantar a mama- Vístete,- me susurraba- nos vamos de cacería.

Jamás repetíamos el tipo de víctima. Aunque a veces podían coincidir, aleatoriamente, varios rasgos, ningún patrón debía apuntarnos.-¿qué te enseñe con la última chica?

– A ser sutil- entonces asentía para luego contradecirme

– Bien, pero así ya hemos matado y no queremos un asesino en serie que sea reconocible. Queremos que puedan tener tantos sospechosos como muertes a nuestras espaldas, que diversifiquen sus acciones- y fuimos tan diferentes en cada uno de nuestros crímenes que no tuvieron recursos suficientes para encontrar a tantos sospechosos.

A veces eramos precisos, en ocasiones nos volvíamos tan torpes que teníamos que golpearles mil veces antes de acertar en un punto vital. Troceábamos, triturábamos, quemábamos o invocábamos a satan para degustar el opíparo festín.

El día en que murió papa yo ya tenía ocho años de experiencia y estaba dispuesto a continuar su legado. Aproveché el momento para que diversas pistas apuntasen hacía él y tracé mi propio plan. Antes repase todas nuestras obras, sin estar empujado por la nostalgia, busque algún pequeño error, los matices que la hacían tan grande. Fue en ese instante cuando descubrí el patrón. Aún con el cuidado extremo que había puesto mi padre en que fueran obras inconexas, todas seguían una idea común: dos seres humanos mataban a otro. Esta vez tenía que pensar más a lo grande, poder matar una ciudad de golpe.

– Perfecto- el fantasma de mi padre asintió complacido. Me acompaño en todos los preparativos, guiando mis manos entre sus papeles, me enseño los secretos de su diario de guerra y lo fácil que eran las bombas de fabricación casera.

En cierta manera era demasiado sencillo, con ingredientes excesivamente comunes. Cualquier idiota sin una visión artística podría hacer mucho daño para nada.

Las siguientes semanas las dedique a dejar los artefactos esparcidos por toda la ciudad. Sólo el tictac incesante delataban sus perfectos escondites, pero nadie estaba atento como para descubrirlas. Yo mismo llevaba sobre mi la última, esta dispuesta para estallar en cinco minutos, provocando un efecto domino y un silencio. No quedara nadie para inculparme- ¿verdad papa?

-claro, hijo. Nuestra obra más completa- y una emocionada lágrima cae en los últimos segundos, cuando se da cuenta de que borrar los recuerdos es la única forma de matar a un fantasma, una de las pocas muertes que aún no hemos hecho.

LaRataGris

La narración desde el punto de vista de un villano carismático, sin dobleces, es malo sin más: ni un antiheroe, ni un incomprendido.- Esta era la premisa para este reto de Insectos comunes ¿Crees que lo he conseguido? ¿Crees que lo han conseguido el resto de insectos?

El juicio de Manu LF

Cazar de Daniel Centeno

Discurso y castigo de Luis Ernesto Molina Carrillo

David Vine de Jean Rush