Los amigotes del asesino

22 septiembre 2014

Se le intuía la polla en cada palabra, la pose de hombría y la bravuconada- ¡ Soy el puto amo!- y así trataba a la gente que lo rodeaba. El macho arrastraba los brazos al caminar, se tambaleaba con la sempiterna penúltima y pegaba con los puños cerrados, sin pensar. Una vida sencilla y sin complicaciones hasta que se le murió el punching ball. Empezaron las preguntas y los reproches- ¿por qué cojones te has separado de ella que todo te lo consentía?, solo tenías que haber parado un segundo antes-, y él, que jamas la había querido, lloraba por que le dolían los nudillos de tanto odiarla-¿ por qué te has tenido que morir?.

Aquel fue el primer día, y último, en el que limpio algo: hizo desaparecer la sangre para que no hubiese delito y fingió su mejor sonrisa para las autoridades. – No te preocupes,- le tranquilizó el señor agente- mi jefe te entenderá perfectamente, es hombre igual que tu, que yo y el amo del universo. A todos los machos se nos va de tanto en tanto la mano sobre la carne blanda, es comprensible- y le dio la tarjeta de un abogado -cojonudo, es el que llevo mi divorcio.

– Seguro- le dijo su mejor amigo- que se ha muerto para meterte en un problema. Pero al final, a la muy zorra, le ha salido el tiro por la culata»

– ¿ Tu crees? Yo me siento un poco sólo.

– Mira, una buena compañía- le dijo mientras fingía una mamada- es cada vez más barata e internacional. No tienes por que aguantarle los gritos a esa histérica. Vamos, yo invito.

– Dime que el juez fue una jueza,- se exaltó una lectora- que le aplicaron garrote vil a el y a todos los cromañones que lo acompañaban.- Pero jamas fue juzgado. No pude tranquilizarla ni escribirle un final feliz. En el mundo de los hombres el sol se apagó para que nadie viese lo que no debía ser visto y después la vida continuo en silencio, interrumpido por algún grito desesperado. El siguió viviendo.

LaRataGris

 


Un corazón de alambre

2 junio 2014

El artesano

De alambres y plástico, le pintó unos ojitos tiernos y labios de fresa con un pincel fino. El artesano abrazó a su amada sintética y le susurro un te quiero al oído. Pero ella no le quería, no de la misma manera.

Cerró los ojos tumbado a su lado y la dejo descansar, había sido un día demasiado largo y la pega aun no estaba seca, las grapas no se habían absorbido, así que la beso en sueños mientras esperaba que ella, la física, se acostumbrase de la misma manera.

Pasaban los días y seguía ignorando sus caricias. El desprecio se palpaba en su no hacer nada, había tal desdén en su inmovilidad que no necesitaba ni girarle la cara y, eso, lo estaba volviendo loco.

Una noche, harto de que sus caricias fueran como cicatrices, desnudo su cuerpo de plástico y la empujo contra el suelo donde la poseyó. – esto,- le susurro- si que te va a doler, zorra-. Cuando acabo con ella su amor parecía un frio cadáver que dejo en el container, camino de la ferretería donde compraría más alambre.

El artista

-Como lloran los cuerpos inertes- el artista camina entre los desechos de los artesanos buscando alguna pieza, aun viva, que rescatar. Recoge los mecanismos desahuciados, las carcasas por contener, los alientos que aún no se han volatilizado. Los guarda con mimo en tarros de conservas donde esperaran la reencarnación. Protege sus pulmones con una máscara de pintor, telas destrozadas son sus corazas contra el frio y sus manos agrietadas, desnudas, aman lo que toca.- ¿ por qué los artesanos siguen estos patrones? Esta perfección que niega la belleza de la casualidad, del error acertado…- de repente el tacto helado de ella acelera su respiración. Siente el tormento del dolor en un cuerpo al que jamas se le otorgo la vida. Lo carga a su espalda y se aleja sabiendo que lo que jamas ha vivido tiene que nacer.

En casa busca entre la basura de sus tarros y con alambre de espino dibuja un motor para su pecho vacío. Las espinas penetran su carne de plástico, el corazón comienza a latir y, con un estertor, traga el aliento necesario.- ¿ donde estoy?- y el artista guarda silencio mientras ella lo mira todo- ¿ quien eres?- pero por un motivo que desconoce son preguntas que no tienen importancia, de repente siente la necesidad de abrazarle. El calor y la presión hace que, finalmente, se reabsorban todas las espinas que salen en forma de lágrimas por sus ojos pintados y expulsando el dolor comienza a vivir.

LaRataGris