La reina Maggot.

29 marzo 2022

Los tambores retumban como truenos anunciando la lluvia- Llega la reina Maggot- Gritan sus voceros- Abrid paso, purría.

Siempre precedida de sus esclavos. La comitiva, de un blanco absoluto, recortada sobre el espeso sucio de la ciudad, ilumina con su contraste las calles por las que pasa arrastrandose como una larva ciega.

Maggot es un punto negro entre sabanas de seda que ocho fuertes eunucos llevan a peso.

Nadie la ha elegido pero respetan su poder. Tiene una locura que la hace peligrosa y todos se adaptan a sus caprichos .

Sin tiempo para adaptarse, como si el sequito lo estuviese buscando; Erre ve que se detienen frente a él y, los eunucos, bajan el palanquín y forman entre siete una escalera humana mientras el octavo ayuda para que su ama baje.

Una gasa cubre sus ojos albinos.

-No mereces que te vea- le dice la reina ciega.- Dime entonces ¿por qué estoy aquí?

-No se- responde Erre- No te he llamado, no te conozco.

-¿Has venido a recuperar tu trono?

-Nunca ostente título alguno que me de derecho a reclamarlo. En mi apogeo y en mi caída siempre fui un hombre sin ataduras. No he Cambiado tanto como para necesitar el veneno de tus lujos.

A una palmada de Maggot la regresan a sus sabanas.

-Mucha gente te hubiese seguido- le dice enseñando sus labios rojos entre el blanco-te agradezco que respetes el status Quo.

-No hay respeto, es supervivencia. yo desee destruir, no mantener.

-Matadlo-le susurra a uno de sus eunucos-, pero que no nos relacionen. De todas formas- grita esta vez para Erre- es mejor que te quedes al margen.

y se retira con siete eunucos transportándola y los tambores bramando

LaRataGris


Señor dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veintiséis

26 mayo 2011

El señor dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veintiséis estaba muy contento. Había conocido al señor dos mil cinco, un hombre importante en el partido, uno de los cargos más respetados.

Estaba prácticamente seguro de la buena impresión que le había causado.- Con suerte- se dijo emocionado- pronto dejare de ser el señor dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veintiséis para volver a empezar como dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veinticinco.- Habría subido un peldaño en menos de cinco años. ¿Quién podía decir eso en los tiempos que corrían?

Sin ninguna gran guerra en la que demostrar tu valor por el partido, sin enemigos que abatir,… sin la razón de las armas era prácticamente imposible acceder a las esferas de poder. Nadie mataba a sus lideres y mostrarse sobresaliente era algo complicadísimo utilizando únicamente talento y destreza. Es cierto que existían los juegos, enfrentamientos de uno contra uno. Tediosos, lentos…tenías que matar a tanta gente antes de destacar que se hacía imprescindible conocer a alguien como dos mil cinco, bien situado y amigo de los sobornos.

-Se prepara una bomba- le dijo gesticulando entre copa y copa- eso si que hará subir a las personas. Morirán cientos, miles, millones…- con cada sorbo aumentaban las víctimas y el codiciado premio se hacía más jugoso- el que la lance se colocara en una posición de privilegio, sera un héroe en cuanto lo retransmita la cadena pública.

Número uno fue el último piloto de bombarderos antes de la paz. Bajo sus manos desaparecieron siete países, doce se convirtieron en un erial triste y desolado. Hoy día es imposible llegar hasta el pero quedarse en señor ciento y poco…

El señor dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veintiséis futuro dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veinticinco, apretó el nudo de su corbata reglamentaria y comenzó a redactar un comunicado anunciando su próximo ascenso. Esquemática, concisa…pensó que ese estilo bien podría valerle otra subida de categoría. De repente empezó a fantasear con su nueva posición como dos millones cuatrocientos veinticinco mil doscientos veinticuatro. Su poder era imparable.

LaRataGris.


Pájaros en la cabeza

31 julio 2009

Pájaros en la cabeza