Mrs Black ha muerto

7 febrero 2023

-Habitación trescientos ochenta y seis, señor White. Ahora aviso a un botones para que le suba el equipaje.

-No será necesario.

Arrastra la gran y pesada maleta. En el ascensor para en cada piso, le preguntan si sube o baja y nadie sube con él, se quedan esperando uno vacío que nunca llegara.

En la suite abre e equipaje y sale una mujer pequeña, desnuda, con la mirada clavado en el suelo, en un silencio cortante. Como un susurro se acerca hasta la cama, donde se tumba.

El señor White saca un brillante cuchillo y empieza a hacerle suaves cortes sobre la piel. La vida escapa como el vaho en la mañana, sin que ella emita ningún sonido; él gruñe como un cerdo mientras los cortes son cada vez más profundos. Ya muerta la penetra antes de llamar a recepción.

-¿Recepción, dígame?

– Hay una chica muerta en mi habitación.

Y, aunque no es un servicio que ofrezca el hotel, contestan sin inmutarse – Disculpe MR. White. Un botones se la retirara enseguida y le proporcionara una nueva de inmediato.

-Que sea castaña. De mirada viva pero sumisa. Que cada vez cuesta más ser un hombre en este sitio de mierda.

-Por supuesto señor White. No tardaremos nada en devolverle la normalidad.

LaRataGris.


Paraíso para uno

2 agosto 2016

No podíamos permitirnos el paraíso, al menos no todos a la vez. Sorteamos una semana y, a piedra, papel, tijera, decidimos quien comenzaría el primer turno. Mamá preparo la maleta en una milésima de segundo, antes de que cambiasen las reglas y su triunfo fuese revocado.

Los que nos quedamos lo hicimos soñando oler los flores de un Edén artificial; perfecto, lejos de nuestros rutinarias vidas. Mirábamos con recelo a mi hermana, en un año seria la próxima afortunada. Parecía ser la más feliz de los tres y aún así no la odiábamos demasiado porque eramos personas civilizadas.

Cuando mamá regreso llena de vitalidad la escuchamos absortos, intentando paladear cada uno de sus recuerdos. Sobrevivimos haciendo nuestras sus experiencias, fingiendo que no quedaba nada para las que de verdad nos pertenecerían.

Hicimos una piña, en dos años mi paraíso sería real por siete maravillosos días. No iba a matar a la tata, no forzaría que mi semana llegase un poquito antes.

LaRataGris