Respeto a lo mio

1 diciembre 2016

Respeto a lo mio


Disparate

22 enero 2015

Disparate


Construido de desechos

8 octubre 2012

Cuando Marcelo recibió la carta supuso que era una broma. La dejó olvidada sobre su mesa de trabajo y siguió modelando la figura de restos desechados. Incluso llego a formar parte de la misma cuando necesito reforzar la estructura externa con pasta de papel.

La segunda misiva tampoco hizo saltar la alarma . Corrió la misma suerte que la primera y la tercera, cuarta…. al final un montón de letras se extendían sobre su escultura y, cada vez que volvía a su faena, no podía dejar de leer que el ministerio de asuntos por la seguridad y el decoro ciudadano exigía, ya en las últimas se había perdido la amabilidad con la que comenzaron, que se presentara inmediatamente en la sede de la calle genoveva.- Un hombre tranquilo como yo- pensó- tiene que ser una broma.- Pero no se le ocurría nadie que pudiese gastársela. Iba y venía al trabajo, no se relacionaba con nadie y si tenía un miserable segundo de libertad se encerraba en su mundo de inventos que no servían para nada. ¿Quien querría burlarse de el?

Aún así, con la siguiente fiesta en su trabajo, fue a un edificio mucho más pequeño de lo que esperaba. En un callejón bañado en sombras, cuando el resto de la ciudad hervía por el sol. Nadie parecía entrar, no había grandes carteles anunciando que lugar era aquel y, sólo después de mucho buscar, un muy pequeño indicador marcaba con una flecha el timbre de la institución.- Señor Veracruz- carraspeó el interfono- pase, le estábamos esperando.

Marcelo empujó la discreta puerta de metal oxidado y caminó un largo y oscuro pasillo hasta llegar a una habitación en la que una mujer, que ya tendría que estar jubilada, se escondía tras un escritorio sin adornos, fotos o plantitas. Únicamente su expediente y dos bolígrafos con los que jugueteaba.- Marcelo Veracruz Soriano- le sonrió la anciana mientras releía su informe- En los últimos años usted no ha comprado más que comida y objetos de primera necesidad.- Hizo una pequeña pausa para ponerse algo más seria y continuo- Acaso es que no se quiere. No se da caprichos, no consume por consumir, no malgasta… ¿no es feliz en nuestra sociedad?

-No- se apresuró a contestarle algo sorprendido- yo es que construyo figuritas de lo que los demás tiran, me basta con hurgar en la basura y…

– Me quiere usted hacer creer que eso es suficiente para hacerle feliz, que no necesita nada de lo que anuncian especialmente para usted.

– Si,- intentó esconderse en su silla asustado por el tono- yo no….

– Mire Marcelo,- intentó ser más conciliadora- el país, en primera instancia, pero también el planeta, el universo necesita que usted gaste para poder seguir a buen ritmo en su crecimiento. Por favor, no le voy a pedir que se olvide de sus fruslerías, pero, a ser posible, de tanto en tanto cómprese algo bonito, aunque luego lo tire pero no nos obligue a caer con todo el peso de la ley sobre usted. Necesitamos que todos colaboren para ser más competitivos. No lo olvide.

Después se despidieron para siempre,- si usted, señor Veracruz, cumple su parte del trato.- Todo aquello había sido como un sueño extraño.- ¿ Habrá sido real?- se preguntó cuando al llegar a la calle pareció desaparecer el edificio.- Tal vez fue un sueño- pero por precaución se compró lo que no necesitaba y sonrío a la cámara de seguridad del comercio.

LaRataGris


Blancanieves gris

3 septiembre 2012

Todo el mundo odia a Blancanieves. Nadie es más bonita que ella, más perfecta, agradable… tan jodidamente buena que jamas se burlaría de todos y cada uno de sus inferiores pero, aún así, no dejan de despreciarla.

A generado una silenciosa competición en la que cualquiera se acerca para ver como levanta más simpatías que el mito. Se sientan a su lado y, sin que ella parezca saber nada, buscan la aprobación de sus iguales. No lo dicen abiertamente pero: Soy tan imperfecto como vosotros ¿me queréis, verdad?. Contra peor es el engendro más tierna y comprensivas las miradas.

Ella escucha cada crítica susurrada. Se muestra impasible, no dice nada mientras la despellejan y la vejez se hace evidente. Únicamente puede pensar: cada día son más niñas las que vienen a destronarme. Se fabrica una máscara tras la que esconderse y sus manos… las manos se arrugan sin remedio: ¿ Dónde ocultarlas?

La gente, con los años, deja de reconocer a la anciana como la que fue. Podría ser la misma madrastra que la enveneno, podría envenenar por un recuerdo de su juventud. Cuando ya no puede más con el peso de la careta sustituye su yo actual con una estatua de sus mejores años y, la gente que no quiere darse cuenta, siempre regresa para tener algo tangible que odiar. Su propio fantasma también se sienta al lado de su memoria, buscando la ovación que siempre le negaron. Ahora es horrible, decrepita, ni un reflejo con el corazón teñido en amargura. Pero nota que la quieran al compararla con su leyenda, la vitorean más que a nadie y vuelve a ser más que ellos, de nuevo les gana mientras, la turba, se entretiene en perseguir el segundo de su declive.

LaRataGris.