Se rompió el bañador, un pequeño desgarrón, casi inapreciable, invisible. Como un previo a todo lo que vendría.
Rompí un vaso de cristal, un espejo: siete años de mala suerte. Las páginas de mi libro favorito aparecieron rasgadas y pintarrajeadas por rotuladores de diversos colores, con la gracia de un niño pequeño.
Se rompió el mango de la sartén mientras le daba la vuelta a la tortilla y comí revuelto de huevos con pelo de gato y pisadas humanas.
Se rompió mi móvil, me quede sin las fotos de los últimos meses y, eso si, desaparecieron comunicaciones innecesarias, reproches sin sentido.
Adiós a la nevera en plena ola de calor, menos mal que no tenía aire acondicionado que también hubiese optado por el suicidio.
Se rompió el cielo a llorar pero no refrescó, se rompió mi corazón y tú rompiste mi vida… qué iba a hacer yo sin tu voz, sin libros ni palabras que me recordasen a ti. ¿Dónde está tu desorden?
¿Qué podía hacer cuando todo lo que tocaba se rompía? ¿ir a la playa, que tendría que ser nudista?¿verme reflejado en el mar?¿beber agua de grifo? o ¿arreglarlo todo y seguir pintando sonrisas hasta que cambie mi mala suerte?
Le robé un segundo a cada hora y salí corriendo tan deprisa que la tristeza no pudo alcanzarme. Empecé a romper cosas de cero, desordene mi habitación y le grité al mundo que no pararía hasta romperlo todo de nuevo, hasta sentir otra vez que algo me volvía a doler como el año en que todo se rompió.
LaRataGris