Ojo que sale una cucaracha pero no es Charlie, si quieres ver a Charlie ya sabes que lo tienes en:
Comic Square o en Payhip
Ojo que sale una cucaracha pero no es Charlie, si quieres ver a Charlie ya sabes que lo tienes en:
Comic Square o en Payhip
En todo momento fue un hombre vulgar. Producía suficiente como para no levantar sospechas y se le permitía tener las ideas de tantos, las versiones oficiales,… las palabras del régimen. Opinaba como cualquiera y hacía propio el autoengaño para poder sentirse libre sin que la pena de no poder hablar sinceramente hiciese mella en el. Pero tenía un secreto.
De noche dejaba durmiendo a su yo libre, transformaba su casa en prisión y modulaba la voz a un susurro suave y silencioso. Moría el hombre sensato y ocupaba su lugar una pequeña y asustadiza versión de el mismo, alguien que no podría sobrevivir a plena luz del día aquejado de curiosidad por lo que realmente sucede a su alrededor. Sería injusto decir que era la misma persona, de conocer su lado oscuro el señor Jekill se hubiese denunciado a las autoridades competentes. Por eso insisto en que era un ser de lo más corriente, el extraordinario, la revolución, pertenecían a su alter ego.
Su otro yo se había dedicado a desmontar todas las supersticiones y prejuicios. Argumentaba palabras prohibidas y en su celda de papel sentía como se aflojaban las cadenas de la libertad. Al principio se conformaba con hablarse. Era un loco debatiéndose entre el colectivo y lo individual, entre lo real y lo correcto. Más tarde no fue suficiente. Necesitaba expresarse en voz alta, gritar los fallos que no parecían querer arreglar. Urdió un plan absurdo, un dejarse atrapar por nada, pero su cuerpo necesitaba ser libre más allá de las apariencias de su mundo. Apagó el despertador, roció de cloroformo la cama donde dormía su parte más conservadora y se lanzó a la realidad voceando que no se sentían sometidos por que los carceleros pintaban los techos de azul cada mañana. El sol era falso, las nubes una patraña y cuando llovía desviaban la atención de las calles.
De repente diluvió. Todo el que podía escucharle corrió a un lugar seguro y se quedo el rodeado de agentes de paisano, de sordos entrenados. Los golpes lo despertaron del cloroformo, lo hicieron recapacitar. Quería volver a su tranquila libertad.
LaRataGris
Un grupo de idealistas se opusieron a aquel régimen de terror. Se mantenían informados desde la clandestinidad de radios libres, panfletos que te podían costar algo más que una multa y el boca a boca, reunirse en casas de amigos a preparar la revolución.
El sistema opto por poner buena cara. Perdonaron ciertas conductas, muy pocas, y se las mostraron al mundo para que todos vieran la buena voluntad. Mientras seguían reprimiendo la ilegalidad desde una pequeña sombra que intentaban que les tapase.
Siempre habrá gente para la que cualquier tiempo pasado fue mejor. Que como bien saben los biógrafos en españa, una y más grande que un guijarro, nunca han existido dictadores bajitos. También habrá quien quiera trasladar mis palabras al presente pero, en esta demosgracias moderna, no se puede gritar demasiado alto sin que te inviten a recordar aquellos tiempos mejores del no dictador bajito. El pueblo infantil ha hablado y sus salvadores prefieren legitimar sus palabras mientras boicotean, reprimen, sus acciones. No seré yo el que les lleve la contraria, al fin y al cabo me dirían que tengo derecho a expresarme y después enviarían a un mozo para que cambie de opinión por las buenas o por las dictablandas.
Que los tiempos no son comparables pero los perros sí.
LaRataGris.