Castillo de soledad

1 febrero 2022

Nadie más conocía aquel rincón de silencio y tranquilidad, era su lugar y necesitaba que lo siguiera siendo por siempre jamas. Por eso construyó una puerta cerrada, tiró la llave, y un muro inexpugnable.

Se quedó del lado de fuera, apoyado contra la madera. Advirtiendo a cualquiera que quisiese entrar que ese era su reino, único y exclusivo para él. Lo defendería con su vida si fuese necesario.

-Nadie- le dijo al viento-, absolutamente nadie pisara sus cálidas calles, ni respirara sus flores.

¿Cómo iban a pisar lo que desconocían? Pero es que ni su guardián podría; veinticuatro horas de vigilancia cada día y la sospecha de que hasta los pájaros querían robarle su sitio. Jamás podría ser ni tan siquiera turista de la belleza que el mismo había marchitado.

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Las guerras ecológicas

19 octubre 2020

la humanidad había desaparecido. Claro que había humanos paseando por las calles, fingiendo una vida normal, creyéndose humanidad, una palabra sin significado. No dejaban de ser un espejismo, un reflejo del pasado.

Todo cambio cuando el altísimo general, el vencedor de mil juegos de estrategia, asomo; con el uniforme impecable y correctísimas maneras, mirando todas las pantallas con la seriedad esculpida en el rostro.

-Son nuevos tiempos que requieren una respuesta contundente- repitió el moderno discurso caduco de siempre.

Hablaba, por supuesto, del Ardith 27; de estructura química perfecta, biodegradable, energético. Las cantidades que escondía el suelo del país, patria para los orgullosos de viento, convirtieron nuestra casa en pieza clave de la cacareada revolución ecológica, siempre a punto de estallar.

-Nos defenderemos del enemigo. No nos robaran, nosotros, los elegidos, salvaremos el planeta.

La guerra estalló al instante, sin posibilidad de victoria para nadie. El anuncio solo fue un preliminar de algo que se llevaba fraguando desde hacia demasiado tiempo.

Las guerras ecológicas las llamaran cuando su verdadero nombre era economía.

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La resistencia

17 julio 2018

Un día Donovan nos dijo que eramos la resistencia. Nos había creado el propio enemigo pero teníamos la obligación de ser unos dignos oponentes.

Recuerdo como fui escogido, entre otros, por tener unas ideas contrarias al régimen. Sin fijarse en si eramos afines entre nosotros, crearon un ejercito al que enfrentarse. Fue sencillo; solo tuvieron que prohibirnos ser cualquier otra cosa: «O eres el enemigo o eres el enemigo».

Nos vimos en la clandestinidad por expresar ideas.

-Somos resistencia- Nos íbamos reconociendo en pequeños detalles que el rival se molestaba en acentuar. Escribía nuestro contrario, en los periódicos, nuestras ideologías para que las leyéramos y las asimiláramos propias. Nos dejaba actuar, ya llegaría el momento de eliminarnos, cuando el creyese necesario y hubiese exprimido toda nuestra lucha, si no conseguíamos ser la verdadera resistencia primero, si solo eramos un espejo sobre el que reflejarse y justificarse.

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Regios dictadores

21 febrero 2013

regios dictadores