El gran final del mago

31 agosto 2021

Esparcidas por el suelo, salpicadas con cerebro, las cartas del mago. No dibujaban la solución a ningún truco, habían saltado de mil pliegues de la ropa; de forma incontrolada, al recibir el disparo. Se distribuyeron de forma aleatoria mientras el mago caía redondo, fulminado.

El cuerpo convulsionaba mientras la sangre huía despavorida. Ante los últimos estertores el tramoyista bajo el telón para darse cuenta que partía el cuerpo por la mitad, dejando unicamente invisibles las piernas y parte del tronco.

-¿Hay algún medico en la sala?- Comenzó a gritar su chica florero, pensando quizá más en un médico forense más que en un matasanos. De está no sale, pensó complacida mientras los espectadores se atropellaban asustados, intentado escapar de un terror invisible.

Llevaba demasiado tiempo a las ordenas de aquel baboso y no conseguía cogerle cariño .

-Por favor-, volvió a repetir más como coartada que como preocupación- ¿algún medico en la sala? ¿un medico?¿alguien?

El mago alejo la precognición que le anunciaba el futuro cercano. Había aprendido lo inevitable a fuerza de repetir sus visiones con exactitud milimétrica.

Con resignación reviso el tambor cargado con una única bala y saludo al público.

-El destino- declamó para la gente entregada- nada nos permite eludir el destino y, aún así me enfrento a el, para su entretenimiento, aún sabiendo que una bala lleva mi nombre. ¿Podré adelantarme y tomar otro rumbo? ¿cómo saber si ese cambio está también predestinado?

Con grandes dotes teatrales sacó y mostró la bala, la volvió a meter en el tambor y le pidió a un cualquiera que lo hiciera girar a su antojo. Su partenaire lo señala con ambas manos mientras el muerde el cañón y un redoble anuncia lo inevitable.

-¿Que tendría que hacer para evitar lo que ya está escrito?- Intentó que fuera entendible, con el sabor a metal empujando el paladar. Fue entonces cuando apretó el gatillo y: esparcidas por el suelo, las cartas del mago.

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Grácil Gargantua

16 marzo 2021

Danzan dos gigantes, giran contrarios al mundo.

Mueven sus brazos gráciles como plumas cayendo acunadas por la brisa. Bailan felices, permiten que sus cuerpos se rocen mientras países tiemblan y caen cordilleras.

Dulce placer, piensan los medianos embriagados por el arte. Pagan un salario por asistir en primera fila a la destrucción de su raza.

-Bienvenidos al final de un ciclo- gritan los Vendedores de entradas-. Sonría para la foto final, solo veinte billetes.

De repente fluye la vida, se crea con la cópula salvaje de los gargantuescos seres. Llegaran nuevos bailarines, modificaran el planeta a su ritmo; lo harán propio mientras que nosotros solo podremos chasquear los dedos con el dumdum de sus pisadas. Pudimos ser amigos de los gigantes, pudimos y preferimos la destrucción del espectáculo.

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Muertos normales

12 marzo 2018

Compartían una extraña rareza biológica. Técnicamente los dos habían muerto, cada uno a su manera. No les unía la enfermedad, la fecha de defunción o ubicación; pero eran los dos únicos casos en el mundo, certificados, de vida tras la muerte.

La ciencia tenia mucho interés en juntar a los difuntos, hacer que procrearan, estudiar cada uno de sus estertores antes de ir a dormir.

Un empresario había, incluso, registrado un eslogan para presentarlos en el mundo del espectáculo: La fabulosa incongruencia duplicada .

Cada cuñado con su teoría del ¿por qué?, el ¿cómo? o ¿cómo se la podían meter a ella, mientras reían de forma bravucona?. Hubiese sido tan sencillo mirar a los ojos de la verdad como doloroso: Habíamos muerto todos, solo que, Spencer y Maria eran los únicos conscientes de la anomalía, no escondían su pena y eso les hacia especiales, singulares.

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y cucarachas muertas en: Comic Square o en Payhip


El increíble espectáculo de las terribles serpientes voladoras

28 enero 2013

Llegaron a la ciudad anunciándose a bombo y platillo. Hacían tanto ruido que era imposible no saber que: LAS TERRIBLES SERPIENTES VOLADORAS DE ACAMUTAP HAN LLEGADO. Iban a ofrecer el mayor y más salvaje espectáculo del mundo; no apto para niños, que eran los que estaban en primera fila cuando las fanfarrias anunciaron que iba a comenzar el show.

Las palabras se quedaban cortas. Era una conmoción que, más tarde, la Adrenalina se encargaría de exagerar. La fama crecería hasta la siguiente ciudad, donde llegarían con el camino hecho. En cada representación se tenía que ir un poquito más allá para que nadie dejase de sorprenderse. Cada vez se desencajaban mas mandíbulas; mas ouchs, uffs y ughs entre un público ansioso de morbo rápido y directo. La satisfacción tenía que durar hasta la siguiente carnicería, hasta que las prohibiesen por falta de interés económico, así es la compasión del dinero.

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