La diferencia entre la Lena deportiva y la Lena intelectual es sustancial. La una lleva ropa cómoda y pisa con seguridad; la contraría sonríe discreta, escondida tras las páginas de un buen libro.
Pelo suelto o recogido en un moño, cola de caballo o perfectamente despeinado de una forma premeditada, estudiada hasta la más mínima punta: otra Lena, la Lena princesa.
Ella habla del partido, ella del baile de electrones modificando el átomo. Te da, la Lena cocinera, el truco para que las patatas queden perfectas, crujientes y sabrosas.
se deja la vida entrenando, se deja la espalda y los ojos en una biblioteca. Duerme y sueña la Lena soñadora.
Hay tantas Lenas, tantas habitantes de la misma piel. Un cuerpo y complementos intercambiables para distintas actividades
-Elige- le piden.
El trabajo impide diversidad.
-Elige.
La gente quiere leerla de una sola pasada.
Es entonces cuando sale la Lena del vicio, la cocinera, bailarina, pintora y un largo etcétera.
Lena poliédrica, inclasificable.
Solo repudia a esa Lena trabajadora, la que solo sirve para una única cosa, encerrada y catalogada.
Por eso siempre elige Lena, su luz, su libertad.
LaRataGris