Fluyen épocas

31 agosto 2020

-Buenos días- así empezaban todas las reuniones.

Alberto entraba el último por la puerta, incapaz de comprometerse con una hora. Saludaba siempre con su sonrisa canalla y el grupo le devolvía su bueno días levantando una segunda cerveza, todos menos Irene que se removía intranquila en su cuarto café.

Eran reuniones rápidas, más como una excusa de verse una vez al mes, no tanto para concretar la línea editorial.

Se conocían de hacia tanto tiempo que sabían de que pie cojeaban, su amistad era suficiente para repartir los artículos a la intuición de cada cual.

-Ya no podré venir más -Anna rompió la dinámica -tengo trabajo nuevo y el horario…

Sabían que en algún momento les iba a tocar crecer y este instante parecía el adecuado.

-Busquemos otro día- nadie quería perderse en el mundo después de que la noticia cayese como un jarro de agua fría. El periódico los había atado emocionalmente pero no daba para comer.

-¿El lunes?- quien podía el lunes le era imposible el martes y el jueves Germán tenía rehabilitación. Saray repartía los fines de semana, Teresa quería pero su padre…su hermano solo podía quedárselo los viernes.

Quedaron en llamarse, en concretar otro momento y se fueron despidiendo como si ya no se fuesen a ver jamás.

Alberto siempre apuraba hasta el último segundo, nadie lo esperaba ni lo esperaría. Miró la mesa llena de botellas vacías, de papeles garabateados con sueños, se acababa una época.

LaRataGris


Pseudónimos delictivos

5 mayo 2016

Pseudónimos delictivos


Los osos polares toman café

7 mayo 2012

Los días en que hace mucho frío, tanto que a las focas le crecen piernas para que puedan correr y entrar en calor, los osos polares toman café; con dos azucarillos, agitado, no removido porque lo escucharon en una pésima película que marco a toda una generación de animales.

Sus zarpas torpes cogen las tacitas con una inimaginable delicadeza mientras cotillean alrededor de una fogata vestidos de boys scouts y las tormentas pasan de largo. Nadie quiere perderse la conversación ahogada en marea negra así que, cuando llega la noche, no se duerme, ni siestas previas ni largas hibernaciones, se mantienen ojipláticos con ooooos sorpresa y rigurosos turnos para que toda la comunidad de su opinión.

Tienen tanta prisa por vivir algo que preparan planes, mejoran teorías, reescriben una y mil veces las ideas para conseguir un estado zen adecuado… toman café, piensan, mueren y desaparecen con la bandera correcta entre sus manos, siendo utopías venidas a menos, soñadores que no descansan ni se mueven.

LaRataGris