¿Qué Andrés?

24 septiembre 2024

Ya nadie recordaba a Andrés. No como si hubiese desaparecido, más bien como si nunca hubiese existido.

Teníamos amigos en común con los que crecimos, con los que nos dolimos, que siempre preguntaban: ¿Andrés? ¿Qué Andrés?

Tampoco nadie recordaba ni una sola de sus actuaciones como mago. Andrés el grande, nunca fue el mejor prestidigitador. No destacaba ni por arriba ni por abajo. Llegaba hacia volar una carta a la que se le veían los hilos y lo solucionaba con alguna gracieta. Pero es que se habían borrado los videos de sus actuaciones, se esfumaron todas sus fotografías, desaparecieron los recuerdos

Ni siquiera sus padres parecían saber quien había sido. Para ellos solo estaba Iván, su hermano pequeño, que tampoco pensaba en el mas que como un amigo invisible al que había llamado Andrés.

Unicamente yo parecía haberlo conocido. Como un esquizofrénico que inventa voces, volviendo una y otra vez a nuestra última conversación.

-El consejo – me hablaba del consejo secreto de magos y brujas – me ha convocado para una misión de la que no creo poder volver.

Luego me entregó el medallón de Lera y nos despedimos con un abrazo.

Esa misma noche el medallón brillo antes de que todo el mundo se olvidara de él.

LaRataGris

El enlace de arriba te lleva a la primera parte de esta historia. Este, en cambio, te lleva a algo que no tiene nada que ver.


Imaginar mejor

8 abril 2022

Al levantarse


Las edades del reencuentro

27 octubre 2014

Ácrata no se había dado cuenta pero era un poquito más grande. No por haber crecido o madurado, simplemente habían pasado los años y eso era motivo suficiente como para catalogarlo en su generación. Sus coetáneos eran conocidos como la quinta del robot.

Un día se cruzó en una autopista virtual con Lalo. Habían jugado de pequeños, explicado sueños y esperanzas de adolescentes, luego se separaron sin saber el uno del otro y, ahora, su amigo estaba muy mayor. Sus fotos reflejaban años y daños inexcusables.

Ácrata se preguntó si le habría pasado lo mismo. Se fotografía sobre un espejo y la miró durante trescientos sesenta y dos días y una mañana, hasta que al final admitió lo mucho que había cambiado. -¿ soy un hombre? ¿acaso, eso, varía en algo mi vida?- Con desgana comprobó la hora, llegaba tarde a trabajar.

– Lo siento,- palmeó Jefe su espalda- no eres mal chico pero llegas tarde.

Ácrata respiró hondo- Necesito el trabajo, no podrías pasarlo por alto.- Como nadie escuchó esto último, Jefe se había puesto a firmar albaranes y sellar comunicados, levantó la voz para no desaparecer- Te juro que te lo recuperare.

– Mira,- deja su rutina- no es sólo que llegues tarde es que vienes obsoleto.

– Puedo hacerlo tan bien como cualquier niñato. Me reciclare.

Sin levantar esta vez la vista del papeleo despreció la súplica- Siempre supe que traicionarías tu nombre, que el mal vicio de la comida acabaría con tus convicciones. Yo en cambio puedo honrar el mio. Los nuevos modelos de trabajador no son mejores que tu, no hacen nada nuevo.- esquiva fugazmente los documentos- yo ya estaba contento con como le dabas al botón de tu máquina.- por un instante se pierde en el techo para poder retomar el discurso con más ímpetu- No es nada que tu puedas aprender, es que ellos cobran menos.

– Yo- dudó- también puedo cobrar menos.

-Déjalo estar, sera mejor que no lo liemos, las cosas ya son lo que son.

Reloj marcó las nueve y media, siempre llegaba a esta hora cuando iba al trabajo.- Quizá se le halla pasado. Casi ha estado un año con nos…

– Si, claro- se retorció el señor Sofa- después de todos estos meses mirando la foto se ha quedado lelo, por favor.

– No peleéis chicos- puso paz la luz apagada y la habitación quedó en la penumbra del silencio, esperando a Ácrata. Un murmullo invisible se fue adueñando de la estática del aire.

Reloj marcó la una y treinta y seis minutos.

– Es culpa mía.

– Evidentemente- gruñó Sofa- de haber sido una buena foto no tendrías esas marcas de expresión y hubieses oscurecido su pelo- de repente puerta retumbó asustandolos a todos. Dieron un respingo inapreciable a ojos de Ácrata que entraba arrastrando una bolsa de hambre infinita.

El espejo del recibidor intento que viera su cara más amable, la nevera se escondió sin nada que ofrecerle y la fotografía, como el espejo, igual que le había sugerido Sofa, se retocó para que se sintiese más joven.- Jamás he sido tan niño- conspiró con ellos su vision sin que eso tuviese demasiada importancia. La luz continuo apagada, la puerta se cerró por siempre y Ácrata se diluyo entre las quejas de Sofa.

LaRataGris


Los amigotes del asesino

22 septiembre 2014

Se le intuía la polla en cada palabra, la pose de hombría y la bravuconada- ¡ Soy el puto amo!- y así trataba a la gente que lo rodeaba. El macho arrastraba los brazos al caminar, se tambaleaba con la sempiterna penúltima y pegaba con los puños cerrados, sin pensar. Una vida sencilla y sin complicaciones hasta que se le murió el punching ball. Empezaron las preguntas y los reproches- ¿por qué cojones te has separado de ella que todo te lo consentía?, solo tenías que haber parado un segundo antes-, y él, que jamas la había querido, lloraba por que le dolían los nudillos de tanto odiarla-¿ por qué te has tenido que morir?.

Aquel fue el primer día, y último, en el que limpio algo: hizo desaparecer la sangre para que no hubiese delito y fingió su mejor sonrisa para las autoridades. – No te preocupes,- le tranquilizó el señor agente- mi jefe te entenderá perfectamente, es hombre igual que tu, que yo y el amo del universo. A todos los machos se nos va de tanto en tanto la mano sobre la carne blanda, es comprensible- y le dio la tarjeta de un abogado -cojonudo, es el que llevo mi divorcio.

– Seguro- le dijo su mejor amigo- que se ha muerto para meterte en un problema. Pero al final, a la muy zorra, le ha salido el tiro por la culata»

– ¿ Tu crees? Yo me siento un poco sólo.

– Mira, una buena compañía- le dijo mientras fingía una mamada- es cada vez más barata e internacional. No tienes por que aguantarle los gritos a esa histérica. Vamos, yo invito.

– Dime que el juez fue una jueza,- se exaltó una lectora- que le aplicaron garrote vil a el y a todos los cromañones que lo acompañaban.- Pero jamas fue juzgado. No pude tranquilizarla ni escribirle un final feliz. En el mundo de los hombres el sol se apagó para que nadie viese lo que no debía ser visto y después la vida continuo en silencio, interrumpido por algún grito desesperado. El siguió viviendo.

LaRataGris