Derrotados

13 agosto 2018

Su cuerpo parecía poseído por el vacío, como si solo su envoltorio perteneciese a la realidad, podías verlo pero solo había aire dentro de él.

-Ya es demasiado tarde- pronunció con su voz de vientos perpetuos-, ya no podemos solucionarlo.

Angie pretendió ignorarlo sin demasiada suerte, su pesada sombra era tan envolvente, excesivamente gris. Con esfuerzo fue bombeando dolor con su corazón magullado, hasta que ya no pudo callarse- ¡Tu nunca has hecho nada por nadie! ¡Jamas has pretendido cambiar el mundo por algo mejor! siempre arropado por tu tristeza de mierda.

-Pero, ¿No lo ves?- volvió a repetir con desgana- Ya es demasiado tarde.

– Si, para ti siempre es demasiado tarde. Menos mal que el resto, incluso los derrotados, los que quieren volver a levantarse, no dependen de ti. Te quiero -Se detuvo como si cada palabra fuera una tonelada de plomo en la garganta -, te quería, pero no voy a parar por ti

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El paradigma temporal

29 agosto 2016

Resolución del problema de el paradigma temporal en dos sujetos a estudio.

Josh esta en el punto A. Desde el tarda, exactamente, diez minutos en llegar a su transporte habitual siempre que se cumplan unas condiciones mínimas de velocidad y no le obstaculice demasiada gente.

Teniendo en cuenta la hora de entrada a su trabajo; nueve y media, las once paradas de las que se compone el trayecto y los cinco minutos entre estación y estación indicar: ¿Cuando ha de abandonar A y en que dirección? Razone su respuesta.

Evidentemente esta es una pregunta trampa. Para poder contestarla con un mínimo de fiabilidad habría que tener en cuenta el retraso promedio del transporte escogido. Este contratiempo conocido por la jefa de Josh con el nombre técnico de: “Me da lo mismo que el metro se pare. Te quiero aquí y punto» implica una hora se salida diferente en previsión a cualquier imprevisto en el Camino, desde el nombrado retraso a una invasión alienígena con cambio de poder.

Es muy probable que la solución sea dos o tres días antes, que nunca se sabe.

Bruna, que se encuentra en la misma situación que Josh, para la que sirve el mismo enunciado, pues ambos parten de A, necesitan llegar antes de las nueve y media y utiliza el mismo medio de transporte, es decir, aunque me haga pesado, tienen idénticas ventajas, desventajas y, eso si, una única diferencia. La amiga de la jefa de carácter afable, feliz, dicharachera, cercana…siempre que llegue tarde, siempre es siempre, recibe una sonrisa y una palmadita en la espalda:»Ella es así», dice de Bruna la ama, no importa cuando salga, para ella habrá tiempo de sobra.

Es uno de los casos de paradigma temporal en el que el valor de las incógnitas es inversamente proporcional al humor con que se levante el pie izquierdo de los esclavistas

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Al final, el mundo…

3 agosto 2015

Según la cabalística el día catorce del mes catorce de dos mil quince, una conjunción de veintitrés estrellas, conspirara para que siete hechos asombrosos se sucedan en quince países prósperos, durante los treinta días consecutivos a dicha fecha. Más de siete mil doscientos catorce miles de millones de seres humanos se maravillaran y el único cielo que conocemos se romperá con el peso de la lluvia que descargara; cuatro trillones de gotas rojas como la sangre caerán como balas perdidas. Después la humanidad perecerá.

Esther se soltó de la barra del metro. Se había parado de golpe, dándole un tirón seco en el brazo que se le había extendido por todo el cuerpo. Fuera el túnel oscuro parecía engullir la esperanza.

El resto de pasajeros, como parte del mobiliario, permanecían tranquilos en su sitio- tal vez soy yo la que se pone nerviosa innecesariamente.

Tras estar una eternidad parados comprobó la hora en su reloj, sin darse cuenta que se habían detenido las manecillas, pensó que aún no llegaba demasiado tarde.

De pronto el metro se puso en marcha y ella corrió a sujetarse a su barra, la abrazó mucho más segura- ¿catorce del catorce?¿quince países prósperos?- se dijo- eso es imposible. Nada puede destruirnos.

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Las edades del reencuentro

27 octubre 2014

Ácrata no se había dado cuenta pero era un poquito más grande. No por haber crecido o madurado, simplemente habían pasado los años y eso era motivo suficiente como para catalogarlo en su generación. Sus coetáneos eran conocidos como la quinta del robot.

Un día se cruzó en una autopista virtual con Lalo. Habían jugado de pequeños, explicado sueños y esperanzas de adolescentes, luego se separaron sin saber el uno del otro y, ahora, su amigo estaba muy mayor. Sus fotos reflejaban años y daños inexcusables.

Ácrata se preguntó si le habría pasado lo mismo. Se fotografía sobre un espejo y la miró durante trescientos sesenta y dos días y una mañana, hasta que al final admitió lo mucho que había cambiado. -¿ soy un hombre? ¿acaso, eso, varía en algo mi vida?- Con desgana comprobó la hora, llegaba tarde a trabajar.

– Lo siento,- palmeó Jefe su espalda- no eres mal chico pero llegas tarde.

Ácrata respiró hondo- Necesito el trabajo, no podrías pasarlo por alto.- Como nadie escuchó esto último, Jefe se había puesto a firmar albaranes y sellar comunicados, levantó la voz para no desaparecer- Te juro que te lo recuperare.

– Mira,- deja su rutina- no es sólo que llegues tarde es que vienes obsoleto.

– Puedo hacerlo tan bien como cualquier niñato. Me reciclare.

Sin levantar esta vez la vista del papeleo despreció la súplica- Siempre supe que traicionarías tu nombre, que el mal vicio de la comida acabaría con tus convicciones. Yo en cambio puedo honrar el mio. Los nuevos modelos de trabajador no son mejores que tu, no hacen nada nuevo.- esquiva fugazmente los documentos- yo ya estaba contento con como le dabas al botón de tu máquina.- por un instante se pierde en el techo para poder retomar el discurso con más ímpetu- No es nada que tu puedas aprender, es que ellos cobran menos.

– Yo- dudó- también puedo cobrar menos.

-Déjalo estar, sera mejor que no lo liemos, las cosas ya son lo que son.

Reloj marcó las nueve y media, siempre llegaba a esta hora cuando iba al trabajo.- Quizá se le halla pasado. Casi ha estado un año con nos…

– Si, claro- se retorció el señor Sofa- después de todos estos meses mirando la foto se ha quedado lelo, por favor.

– No peleéis chicos- puso paz la luz apagada y la habitación quedó en la penumbra del silencio, esperando a Ácrata. Un murmullo invisible se fue adueñando de la estática del aire.

Reloj marcó la una y treinta y seis minutos.

– Es culpa mía.

– Evidentemente- gruñó Sofa- de haber sido una buena foto no tendrías esas marcas de expresión y hubieses oscurecido su pelo- de repente puerta retumbó asustandolos a todos. Dieron un respingo inapreciable a ojos de Ácrata que entraba arrastrando una bolsa de hambre infinita.

El espejo del recibidor intento que viera su cara más amable, la nevera se escondió sin nada que ofrecerle y la fotografía, como el espejo, igual que le había sugerido Sofa, se retocó para que se sintiese más joven.- Jamás he sido tan niño- conspiró con ellos su vision sin que eso tuviese demasiada importancia. La luz continuo apagada, la puerta se cerró por siempre y Ácrata se diluyo entre las quejas de Sofa.

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Tarde

20 octubre 2014

Llegamos tarde, con el corazón encogido y susurros tímidos pidiendo silencio a las bombas. Llegamos viejos, con decisiones caducadas; de acuerdos internacionales con amigos que no siempre son justos ni correctos. Llegamos muertos tras un estallido lejano, con las vísceras colgadas en la memoria de un programa que buscaba audiencia. Llegamos equivocados, ofreciendo azúcar a quien quería libertad, con leyes reescritas para justificar el dolor que les provocaban los salvajes. Llegamos sin paliativos, como una horda peligrosa, antes que otros más indecisos; pero que aún haya por llegar no nos exime de culpa, no nos hace mejores…no nos convierte en dioses, ni disminuye sus daños colaterales.

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Sutiles degenerados

7 noviembre 2009

Sutiles degenerados