Puertas digitales

24 marzo 2023

Quebrar


Castillo de soledad

1 febrero 2022

Nadie más conocía aquel rincón de silencio y tranquilidad, era su lugar y necesitaba que lo siguiera siendo por siempre jamas. Por eso construyó una puerta cerrada, tiró la llave, y un muro inexpugnable.

Se quedó del lado de fuera, apoyado contra la madera. Advirtiendo a cualquiera que quisiese entrar que ese era su reino, único y exclusivo para él. Lo defendería con su vida si fuese necesario.

-Nadie- le dijo al viento-, absolutamente nadie pisara sus cálidas calles, ni respirara sus flores.

¿Cómo iban a pisar lo que desconocían? Pero es que ni su guardián podría; veinticuatro horas de vigilancia cada día y la sospecha de que hasta los pájaros querían robarle su sitio. Jamás podría ser ni tan siquiera turista de la belleza que el mismo había marchitado.

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Compra chicle

6 diciembre 2016

la carpeta de compra se iba llenando cada vez más de basura comercial. El correo electrónico se iba quedando sin espacio, escondía las cosas importantes. Compra, una bola cada vez más grande, ahogando las palabras de amigos y familiares. Compra, cosas que ni te van ni te vienen. Compra, solo por que ya lo hiciste antes. Una vez compraste un chicle de menta en almacenes Onorato: donde te lo vendemos mas barato.

Compra, se lo compraste a tu sobrino, dejaste el número de teléfono, el e-mail para que constara en la base de datos, que te pueden bombardear a spam, que entras en el sorteo de un castillo medieval en la vieja escocia, te dijeron. Eso fue hace diez años y sigues en la jodida base de datos.

-Oiga- intentas que el comercial que llama cada día razone- Que yo ya estoy muerto, que no me interesan los derivados del petroleo, ni los libros que explican como convertir el agua en vino. No quiero saber el uso y origen de los PVC desde la era industrial, no necesito ningún muñequito de los cromos que regalaban con los patatas sabor melón. por favor, déjenme en paz.

Compra chicle, se escucha al otro lado

-Si lo hago ¿dejareis de agobiarme?

Por supuesto, responde con una sonrisa más allá del teléfono y los dedos cruzados, compra.

Y compras chicle y sigues en la base de datos.

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El rey ciego

14 agosto 2011

Todos los reyes son ciegos que no quieren escuchar. Si alguno toca algo de realidad, si huele la tristeza sobre la que gobierna, prefiere quedarse mudo a tener que paladear palabras que le obligarían, con su fuerza, a ser demasiado real, casi humano.

El día en que el rey ciego contó sus tres fortunas una vez más, poseyó a dos de sus cien concubinas y mató a un rebelde contrario a su bondad, ese día, se sintió envejecer. En apenas un segundo pasaron al menos veinte años que le volvieron rancio y deslucido.

Llamó al único consejero en que confiaba y vio que también se había gastado tras el cristal del espejo.- ¿Qué nos a pasado?- se interrogó sin fuerzas. Su reflejo, que llevaba al menos dos decadas preparando ese momento, sonrío sutilmente. Había ido añadiendo imperceptibles arrugas, cabellos desteñidos, caídos, ligeras lorzas y pequeñas flacideces que se habían unido para hacer el instante posible.

-Tu vida se acaba.- le insinuó con escasa delicadeza- alejate de tu castillo de nubes, conoce tu mundo y llevate el recuerdo de lo que gobernaste con sabiduría. Deja de ser uno de esos reyes ciegos.

Siguiendo los sugerencias del futuro monarca se desprendió de cualquier recuerdo del pasado y viajo de noche. Así podía volver a llenarse de los sueños que se escapaban de las casas dormidas. Empezó a ver su tierra a través de los ojos de sus súbditos, de las esperanzas e ilusiones con las que chocaba en su camino. Todo olía tan bonito y suave, tan distinto a aquel acumular sin deseo, que lloró superficialmente hasta el amanecer.

El nuevo día despertó con el ansia de ver todo lo que le habían prestado los ensoñaciones ajenas. Preparó sus cinco sentidos y descubrió que la vida de aquella pobre gente no era ni una simulación imperfecta de lo que había visto. Corrió hacía su palacio, sorteó a los guardias que, por orden de su soberano no le permitían el paso, y llego por pasadizos secreto hasta la habitación del rey. Allí intento explicar en balde que aquel sistema no funcionaba, necesitaban cambiarlo para que todos pudiesen vivir cuentos de hadas. Pero el rey ciego se había sacado los ojos, arrancado las orejas, cortado las manos, saturado de perfumes y tragado la lengua para no tener que sufrir como aquél rebelde que sería presentado al verdugo…

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