Al día siguiente recogió sus cosas y se marchó con la idea de que jamás volvería a pisar aquella casa.
Tenía la edad justa para que nadie la detuviese y la convicción de que cualquier otro lado, aunque fuese el mismo infierno, sería mejor que este presente.
No se lo pusieron fácil. Todos decían que era buena para nada, no querían contratarla, no tenía ingresos pero, ella, respiró hondo y continuó caminando. Se preparó, sacó pecho y como en el cuento de la lechera se montó un futuro a la medida. Después murió de hambre porque no bastaba con desearlo, no era suficiente con intentar hacerlo. Eso era una mierda de emprendedores capitalistas y ella había nacido pobre como las ratas.
Sí sólo hubiese tejido una red con todas las que estaban en su misma situación.
LaRataGris
Escrito por laratagris 






