Sangre y utilidad

27 diciembre 2022

se recostó sobre la barra del metro, dejando que el ronroneo del motor la acunase mientras moría. Su sangre caía constante y copiosa, formando un pequeño y rojo lago a sus pies.

-¿Se encuentras bien? – entreabrió los ojos para ver la cara gorda e infantil que no dejaba de repetir una y otra vez la misma y estúpida pregunta.

-Sí – apartó al otro- estoy bien.

-¿Necesitas ayuda?

– No, imbécil, soy perfectamente capaz de morir sin ayuda.

Y volvió a ignorarlo, dejándose caer sobre su barra.

Un grupo de niños comenzó a chapotear en el charco de sangre que se había formado. Por algunas zonas empezaba a cubrir tanto que podías zambullirte y salir pintado de rojo.

Un lobo emprendedor, rápido, avispado, decidió montar un negocio. Valló alrededor de la loca suicida y anunció una fábrica de pinturas metalizadas para coches rojos.

Había espantado a los niños, le dio un uno por ciento de las ganancias a la muerta.

Con el tiempo y la descomposición, el olor se hizo insoportable. El empresario despidió a su agotada materia prima, puso el cartel de cerrado y pronto, gracias al servicio de limpieza, se olvidaron de que allí hubo algo o alguien.

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La máscara de Hombre Lobo

2 agosto 2022

-¿Cómo te llamas?- atacó por si ella no quería ofrecer su nombre libremente.

– Marta- Mintió intentando no parecer nerviosa.

– Yo soy Hombre Lobo- y mordió llevándose de una dentellada carne y alma. Masticó sus huesos hasta hacerlos polvo y silencio, apelmazó los restos con sangre, construyó una casa de ladrillos rojos.

Al final pintó el hogar de un color más amable y todo el mundo agradeció tener un vecino tan educado como Hombre Lobo, siempre saludaba.

A veces perdía los papeles, se comía alguna niña, pero lo normal, nada que no hubiese hecho cualquiera alguna vez en el barrio.

LaRataGris


«me-mòría»

9 marzo 2018

Me-mòría

 

y memorias de ficción en: Comic Square o en Payhip


Monoteístas monocromáticos

30 abril 2012

De repente amaneció un día de un color azul celeste infinito. Los campos y la ciudad, animales racionales e irracionales, insignificantes objetos o, incluso, aquellos de una relevancia tal que se hace difícil imaginarles un cambio… absolutamente todo se había impregnado de esa misma tonalidad, haciendo imposible distinguir los límites de nada. La vida se había vuelto un gran fondo azul en el que se escuchaban ruidos y quejas por no poder ver, por quedar ahogados en el monocromatismo mas absoluto. Aunque eran pocos los que gritaban. La gran mayoría estaba feliz por la moda, preferían la estética y dejaron de lado las criticas y la desobediencia al celeste.

Conformados con la nueva pigmentación se hicieron uno con el orden establecido mientras los locos, se quedaron solos en sus celdas blancas. Algunos ácratas buscaron amarillos en los fondos de sus armarios, verdes y lilas luchaban contra la dictadura monoteística, rechazaban la adoración unilateral y sus trazos pintaban notas discordantes, estridencias en la realidad mas absoluta.

Mayoría se enfrento a minoría en la calma de los ganadores y los resignados hasta que, de repente, amaneció un día de color purpura y las tornas se giraron. Los celestes se dejaron llevar. Su color fue menospreciado, sinónimo de rebeldía. Los antiguos disidentes se volvieron azulados para poder seguir quejándose. Todos cambiaron de chaqueta para salvar las apariencias. Solo los corazones rojos, las entrañas negras… resistieron mas allá del momento sin ser gobierno u oposición, eran vida de la que no cambia ni cuando su color se pone o pasa de moda.

LaRataGris.