Sangre y utilidad

27 diciembre 2022

se recostó sobre la barra del metro, dejando que el ronroneo del motor la acunase mientras moría. Su sangre caía constante y copiosa, formando un pequeño y rojo lago a sus pies.

-¿Se encuentras bien? – entreabrió los ojos para ver la cara gorda e infantil que no dejaba de repetir una y otra vez la misma y estúpida pregunta.

-Sí – apartó al otro- estoy bien.

-¿Necesitas ayuda?

– No, imbécil, soy perfectamente capaz de morir sin ayuda.

Y volvió a ignorarlo, dejándose caer sobre su barra.

Un grupo de niños comenzó a chapotear en el charco de sangre que se había formado. Por algunas zonas empezaba a cubrir tanto que podías zambullirte y salir pintado de rojo.

Un lobo emprendedor, rápido, avispado, decidió montar un negocio. Valló alrededor de la loca suicida y anunció una fábrica de pinturas metalizadas para coches rojos.

Había espantado a los niños, le dio un uno por ciento de las ganancias a la muerta.

Con el tiempo y la descomposición, el olor se hizo insoportable. El empresario despidió a su agotada materia prima, puso el cartel de cerrado y pronto, gracias al servicio de limpieza, se olvidaron de que allí hubo algo o alguien.

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Presidente blablabla

20 enero 2014

– Les habla el presidente- dijo la pantalla de plasma sin que nadie quisiera escuchar. Era un hombre amoral y sin principios, con poca o ninguna credibilidad en lo que pudiese decir ¿para qué perder el tiempo oyendo sus inconsistencias?

Se dedicaba a ordenar y disponer vidas a su antojo y conveniencia. El bien común era su excusa. Con el justificaba que alguien famélico tuviese la obligación de pasar más hambre, como si las palabras, las buenas intenciones, fuesen suficiente alimento.

Ademas la suerte tenía demasiada importancia en todo lo que predicaba. Las cosas no sucedían por que el las dijera, por que luego se esforzase en hacer sus promesas realidad. A veces parecía sentarse a verlas venir, no existía la libertad y eso también desmotivaba a las orejas. Hablaba el y hablaban sus ministros, se pasaban el mismo papel para leerlo una y otra vez, querían que calara y con cada palabra subía el pan. Era terrible -que no los escuchen los panaderos- se gritaba en los blogs, en los bares- Haced algo- escribían los revolucionarios- y el vendedor de guillotinas recogió el testigo. Vio un nicho perfecto, como hacia tiempo que no encontraba. Por eso subió los precios e invirtió en publicidad y, la verdad, espero que no le vaya nada mal, hay que apoyar a los emprendedores.

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Crear dinero

11 febrero 2013

La pequeña empresaria, pero de ideas grandes, pensó que –la verdad, para lo que vendo, para lo poco que gano- que apenas le llegaba para las casas, los coches, las fiestas y el resto de plurales- quizá es mejor dejarlo todo, puede que buscar otra cuota de mercado.

Ya tenía los pisos, la infraestructura y- los profesionales tendrán que reeducarse.- Solo le fallaban los compradores que se habían venido abajo por no saberse adaptar al nuevo mercado. Ella encontraría la forma de encauzar sus limosnas. – Tal vez pueda ganar un poco, menos de lo que conseguía, pero ganar al fin y al cabo.

Invirtió en anuncios, paseo por las calles voceros y prometió, por muy poco, el recuerdo de los antiguos lujos: No creas que por vivir en la calle no puedes gozar los privilegios perdidos. Solo te costara un euro revivir el pasado, un euro y medio la visita guiada. Ven a nuestros pisos-museo y respira la opulencia que te quitaron.

En apenas media hora repartiría apariencia de felicidad a precios de risa.- A los emprendedores jamas nos faltara nada-. Acarició la idea y abrió su negocio al hambre ajena.

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