La máscara de Hombre Lobo

2 agosto 2022

-¿Cómo te llamas?- atacó por si ella no quería ofrecer su nombre libremente.

– Marta- Mintió intentando no parecer nerviosa.

– Yo soy Hombre Lobo- y mordió llevándose de una dentellada carne y alma. Masticó sus huesos hasta hacerlos polvo y silencio, apelmazó los restos con sangre, construyó una casa de ladrillos rojos.

Al final pintó el hogar de un color más amable y todo el mundo agradeció tener un vecino tan educado como Hombre Lobo, siempre saludaba.

A veces perdía los papeles, se comía alguna niña, pero lo normal, nada que no hubiese hecho cualquiera alguna vez en el barrio.

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Vota igual

8 noviembre 2019

Vota igual

Vota Charlie


Amable

29 diciembre 2015

Sea usted amable. Recuerde que mientras usted pierde el tiempo gruñendo hay mucha gente que se desvive en darle por culo. Sea amable pues, aunque sea de una forma ilusoria, usted debería aparentar el placer del acto sexual.

Sea amable y sienta esa alegría, disfrute, no sea usted terco, relájese, sea amable. No oponga resistencia, goce como un animal: abra bien sus piernas, sea amable, amable y amable o todo esto sera una violación de sus derechos como ciudadano, eso es algo que ni usted ni nosotros queremos, sea amable, consienta.

El estado le quiere contento y si usted no puede serlo: sea amable. Finja la alegría de ser penetrado por alguien al que usted quiere. Sea amable y no nos obligue a usar la fuerza bruta.

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Cenicientas del no future

8 julio 2013

Más allá del escaparate la tarde parecía apacible. El sol, soberbio, se entretenía en el cielo azul, calentando los nítidos cristales. La gente que vivía en aquella tienda se empeñaban en absurdos, tareas que mantuviesen contento al cacique. Limpiaban lo limpio mientras soportaban la tensión por si algún dragón rugía.

– Alto- susurro el amo- yo soy bueno. No os levanto la voz, sonrió,… debéis quererme- y al unisono aplaudieron su elocuencia por que, si bien era suficientemente amable, su contrariedad podía ser nefasta.

Inmediatamente volvieron a sus quehaceres hasta que el dueño se marcho. Un estruendoso suspiro escapo de cada cuerpo y los esclavos organizaron distintas brigadas. Con una agilidad desconocida deshacían lo mismo que se habían esforzado por realizar, hasta que el desorden fue exacto al del día anterior y pudieron descansar. Cuando volviesen a abrir seguirían siendo necesarios. Eran cenicientas sin sueños de príncipes, era suficiente con sobrevivir, existía el presente y su falsa promesa de seguridad.

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