Gruñidos

29 octubre 2019

Había muerto la lengua.- ¡Larga vida a la neolengua!

Resistía un sonido extraño que las antiguas convenciones nos permitían definir como gruñido.

«un gruñido es si, dos no, tres hambre,…»

Una luz señalaba el nuevo camino, un instinto que se oponía al natural nos hacía bailar. Sonreíamos y cantábamos por que la vida se definía como fantástica, siete gruñidos y medio.

-Cualquier tiempo pasado…-gruñían defensores de lo viejo

-El futuro por describir, vuestra queja constante por los formas- respondía la modernidad- Construid con nosotros- Ventitres gruñidos, merecerá la pena cada uno de ellos si sirve para pensar.

Grrr.

LaRataGris

Grr grrr, grr.


Escolarización colonial

22 febrero 2018

Escolarización colonial

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Trabajando amigos

8 abril 2016

Trabajando amigos


La historia al vérres

20 julio 2015

Al revés: dicese de algo o alguien que esta del lado contrario al que le tocaría, de forma literal o metafórica.

Ya en el siglo XV empieza a identificarse individuos con pies por cabeza a los que se les denomina los berréicos, por los berridos que proferían durante los festivales de la luna nueva. Es más tarde, a finales del mismo siglo, que se acortaría para reconocerlos como los al vérres, termino actualmente en desuso por el más común, al revés. Con el paso de los años fue ganando fuerza una concepción más genérica de la palabra para dejar de ser mera mofa del grupo anteriormente citado. Es en este punto cuando obtiene un significado más amplio, llegando a describir cualquier situación anómala. De echo, entrados ya en el nuevo siglo, desaparecen todos los miembros berréicos y se deshace la sociedad, pasando a ser al vérres vox populi de su segunda acepción.

No se sabe muy bien ni cuando, ni por qué, desaparece la raiz al vérres por la inversión silábica. Se cree que el mismo populacho decidió que fuese una broma, escribir al vérres al reves, el que fue aceptando la sustitución del termino correcto por el incorrecto. Las juventudes de las élites acaudaladas de la época acaban por usarlo como diferenciación respecto a sus mayores e incluso los adultos acaban por adoptarla para aparentar cierta mocedad.

Finalmente la real academia de la lengua se ve obligada a aceptar el termino en uno de sus primeros decretos, halla por el mil setecientos trece, abrumados por el uso popular. Primero como una nota aclaratoria de la palabra inicial pero, actualmente, borrando cualquier rastro de su etimología.

En nuestros días a llegado a desaparecer de infinidad de textos que se han ido adaptando a los tiempos modernos. Prueba de ello todo un fragmento del quijote en el que Sancho intenta hacer entrar en razón al noble caballero sobre el uso correcto de al vérres en una discusión tabernaria, hoy ese pasaje parece no haber existido.

Ya en el presente, algún autor contemporánea, ha intentado reintroducir el termino con escasa fortuna, convirtiéndose inmediatamente en objeto de burla por parte de compañeros menos informados.

Desde la plataforma por la recuperación de termino en desuso queremos romper una lanza en favor del hermoso vocablo y devolverle su corrección académica.

En palabras de Lorca en su conocido haiku al vérres: que el pasado nos muestre el futuro. No debemos permitir que el futuro sea el que reescriba el pasado.

LaRataGris


Grass graff

9 septiembre 2013

En verano todo parecía distinto. Las calles se llenaban de emigrantes intentando recuperar sus raíces por un mes. Sobretodo venían los catalanes, pero también de la capital, de la ciudad de málaga y uno de bilbo con su mujer y su salvaje. Al crio de la canija le encantaba aquella variedad, aquel mezclar acentos en una misma lengua. Los mayores siempre mantenían un aire andalú algo rebajado pero sus cachorros eran demasiado finos, hablando de rebeldía y trastadas. Ellos fueron los que le explicaron que en las ciudades estaban rompiendo las paredes a golpe de spray y rotuladores, que la gente que tenía algo que decir ya no lo hacía en papel, igual que los que solo se querían hacer notar. Aquel agosto empezó a firmar como Grass Graff con los nietos de la Francisca.

– Quédatelos- le dijeron al acabar el verano- en barna es fácil conseguir más colores y si quieres, cuando se te acaben, ya te enviaremos más botes.

El otoño puede ser duro en un pueblo de tres calles, donde el único adolescente que vive todo el año es un vándalo al que le gusta manchar todas las casas blancas. Los dedos saben bien a quien señalar y no se reparten las culpas. Así fue como se terminaron todos sus sueños grafiteros. Acalló los rotuladores y se dedico a los mulos como manda la decencia: los llevaba hasta el pasto, luego a la fuente y, por el camino, de vez en cuando, siempre que nadie mirase, como un acto reflejo, disimulando todo lo que podía, solo a veces pintaba alguna piedra del campo. Luego la giraba para que sólo pudiese verla la tierra y seguía con la vida que le sabía a poco.

También podía hacer un rallajo sin sentido, que no se molestaba en esconder por su apariencia casual. Era como si a un cualquiera se le hubiese caído un rotulador y lo hubiese recogido inmediatamente. El monte empezaba a llenarse de ellos como algo inocente, un descuido sin sentido hasta que te alejabas.

En invierno su obra estuvo completa. Solo era realmente visible desde una carretera secundaria. Conforme rodeabas la montaña se iban uniendo cada uno de los puntos en un dibujo imposible de describir con palabras. Primero solo una parte que iba cobrando forma conforme los vehículos zigzagueaban por aquellas curvas sin final, luego una explosión al ver el cuadro terminado. Innumerables fotos y vídeos intentaron dar una explicación de aquella montaña increíble, firmada por Grass Graff no tardo en conocerse como tal: la montaña de Grass Graff. Igual que pólvora encendida se fue extendiendo por el mundo de las redes hasta conseguir que artistuchos con ansias de maestros se acercasen buscando al genial autor. Había quien buscaba las rocas pintadas para cambiarlas de de sitio, añadía sus propios colores, querían ser parte de aquello o destrozarlo. No parecía existir la indiferencia y por eso las autoridades prohibieron el paso, cuantificaron, mediante las imágenes existentes, hasta la china más pequeña y convirtieron aquello en la octava maravilla del mundo.

En primavera el pueblo despertó de su sueño, la señora Encarna recordó el nombre que repitió en un pleno del ayuntamiento. -Si el hijo de la Canija nos pinta las paredes que le hicimos encalar…- querían aprovechar todo aquel turismo artístico que parecía generar tanto movimiento. Su vandalismo empezaba a cobrar otra dimensión, más digerible, integrado en el paisaje y por eso le pidieron que volviese a colorear el pueblo… Pero el ya tenía nuevos intereses, tenía que llevar los mulos más lejos por culpa de la cultura y pronto sería verano cambiándolo todo.

LaRataGris