Horizontes

3 enero 2023

En realidad podía volar. Unicamente tenía que cerrar los ojos y pensar que era más ligero, que con cada inspiración el aire que tomaba le permitía subir un poquito más.

Lo verdaderamente difícil era redirigir su movimiento, saber a donde iba y sentirse acompañado en esa altura infinita.

-¿De qué sirve elevarme por esta vertical sin fin si, yo, lo que quiero es estar con mi gente?

Cada día volaba menos, soñaba menos y caminaba más entre las personas que no podían subir al cielo.

Hablar con ellos provocaba una felicidad que, en la solitaria cumbre de nubes, no podía concebir. Era otro tipo de sueño, un vuelo distinto, horizontal.

LaRataGris


El gato rebelde

3 julio 2017

Imagínate que soy un gato, uno flaco por el hambre y los instintos felinos a flor de piel. Necesito cazar ratones y salir todas las noches de ronda por los tejados. Ya se, ya se, no soy un gato.

A ojos de la sociedad soy una persona. He de cumplir, por ende, con ciertas normas sociales: Explicar tonterías en grupo, sufrir espasmos musculares bailando la canción del verano, mirar tetas y culos porque como persona soy masculina, trabajar como esclavo,…

Pero imagínate por un segundo que soy un gato: gordo y peludo si quieres, ronroneando, erizándome si no me gustas, jugando con finos alfileres….soy un gato, me siento un gato, un gato que la gente se empeña en ver humano. Me encorseta, me obliga a lo que no soy y, si no me adapto, sacrifican al felino. Porque no hay ningún sitio en el que puedas ser un gato, aunque sea uno imperfecto o solo en lo privado, con disimulo,… uno contra la ley .

LaRataGris

Portada Vota Charlie: Piezas

Ayuda a mantener este blog. Compra este cómic digital aquí o aquí


Firmar en blanco

7 agosto 2014

Firmar en blanco


Zombies intelectuales

2 julio 2014

Zombies intelectuales


El otro hombre

1 julio 2014

Penelope sabía bien como quererse. No necesitaba nada más que sus pensamientos; se tumbaba y se amaba salvajemente hasta acabar rendida, aunque no era sólo eso.

El otro hombre, el que vivía en la puerta de enfrente, no parecía contento con esa actitud. Había conocido a tantos otros hombres, era otro más desde su padre a su ex, pasando por hermano, amigos e incluso su madre había sido uno de esos otros hombres. Le decían que es lo que tenía que hacer, lo que estaba bien y mal, y uno tras otro era más represor, más exigente, más hombre,…otro más queriéndola bien educadita en la vieja escuela. Su vecino lo era, todo un incordio insufrible.

Al final, cansada, había llegado a un acuerdo con ella misma, les iba a dejar hablar siempre que no la tocasen, aunque pocas veces se conformaban con eso. Ellos querían protegerla, ese era el cuento que le explicaban, estarían guiándole hasta que encontrase su hombre diferente, el único e inalcanzable que, ella, tampoco quería. Se sentía hastiada de todo aquello, de las quimeras y la normalidad, unicamente necesitaba que una persona la quisiera y esa era ella misma. Ninguno de los otros hombres, solo Penelope sin querer huir.