Treinta del cinco de dos mil trece, cifras, un día. Hoy viene el jefe y me he lavado los dientes, me he duchado con el champú olor a menta y mi calcetín tiene un agujero, uno, números, espero que no se fije, que no me mire, que pase como la ansiedad cuando se va.
-¿ Tienes miedo?
– No, pero sus decisiones afectan a mi vida, la laboral y la privada, la familiar, la de ser muy, extremadamente, feliz… me quiere cambiar de tienda, por eso viene.
Yo también soy un numero. Desconozco el valor exacto, poco, pero soy el usuario veinticuatro noventa y ocho para el ordenador, contraseña de cambio periódico y ordenes concretas: ¿ Cuanto he de vender? ¿ Facturar? ¿ Penetrar en el target adecuado para que el número que me pagan sea rentable?
– Tal vez produzcas más en otro sitio, otro horario, otra gente.
– Ulceras es lo que produzco, pensarlo me mata. Me he acostumbrado al sitio en el que estoy, echare de menos a su gente, ver a mis hijos, abrazarlos, quererlos.
– En los tiempos que corren…
– Lo se, sólo somos números. Con un número creciente de parados queriendo ocupar tu sitio… Ya llego a mi parada, ya llega el…
LaRataGris