El seis de agosto de tres mil veintidós fue el pistoletazo de salida para la gran pandemia trashumante, a las tres de la tarde de un martes cualquiera. Claro que hubo días previos de síntomas, de gente muerta, de dolor y estallidos pero ese día, a esa hora, los internautas habían bautizado y extendido el nombre.
Como siempre que salía algo nuevo la gente hablaba como si cualquier enfermedad anterior fuese ridícula o inexistente : ¡más muertos! ¡más dolor! ¡más penas!
Y todo gracias a eliminar la sanidad pública. Cuando los enfermos no se pudieron permitir el pagarse la medicación el sistema colapso y se fue a la mierda. Algunas enfermedades fueron muy íntimas, otras se extendieron incluso cuando se les suponía erradicadas. La gran pandemia no solo era algo nuevo, era una bolsa con cualquier dolencia del pasado.
Incluso algunas clases, que se habían visto capaces de asumir el gasto, acabaron contagiándose de la pobreza, muriendo igual.
Algún egoísta pidió que se curase a todo el mundo por igual pero ya era tarde para tantos remilgos, en tres mil veintitrés, en menos de medio año, estábamos todas condenadas.
LaRataGris