la humanidad había desaparecido. Claro que había humanos paseando por las calles, fingiendo una vida normal, creyéndose humanidad, una palabra sin significado. No dejaban de ser un espejismo, un reflejo del pasado.
Todo cambio cuando el altísimo general, el vencedor de mil juegos de estrategia, asomo; con el uniforme impecable y correctísimas maneras, mirando todas las pantallas con la seriedad esculpida en el rostro.
-Son nuevos tiempos que requieren una respuesta contundente- repitió el moderno discurso caduco de siempre.
Hablaba, por supuesto, del Ardith 27; de estructura química perfecta, biodegradable, energético. Las cantidades que escondía el suelo del país, patria para los orgullosos de viento, convirtieron nuestra casa en pieza clave de la cacareada revolución ecológica, siempre a punto de estallar.
-Nos defenderemos del enemigo. No nos robaran, nosotros, los elegidos, salvaremos el planeta.
La guerra estalló al instante, sin posibilidad de victoria para nadie. El anuncio solo fue un preliminar de algo que se llevaba fraguando desde hacia demasiado tiempo.
Las guerras ecológicas las llamaran cuando su verdadero nombre era economía.
A las nueve un pequeño clic. La máquina, hace mil años programada, se pone en marcha sin importar lo que le rodea.
Ella no se plantea si quedan humanos sobre la tierra, si alguien escuchara su retahíla, es fiel a la programación.
Suenan los acordes previstos, unos voces pregrabadas vuelan en un coro multitudinario mientras, una voz de barítono saluda a las generaciones futuras.
– … escuchando, mantienes vivo nuestro legado. Haces que nuestra vida no halla sido vana. Gracias por estar escuchando, mantienes vivo nuestro legado. Haces que nuestra vida no halla sido vana. Gracias por estar…
-Este- suena otra voz algo más leve- este es nuestro regalo al mundo- y lee un cuento de proporciones épicas.
Seguros de que alguien les habrá escuchado, otro clic, termina la grabación. En otro tiempo, cuando existían los humanos, alguien respira con orgullo. Acaba de grabar una historia que no será baladí, que se escuchara aeternum.
La entrada había sido acondicionada para que todos pudiésemos pasar, uno a uno, sin empujar, respetando el orden preestablecido.
Aunque siemprehabía quien gritaba tener más derecho a ser el primero. A ese, si no tenía dinero que respaldara sus argumentos, se le ponía al final de la cola por pendenciero.
Toda la humanidad, incluso la más inhumana, teníamos que entraren aquel oscurotúnel mal ventilado. Nos apiñábanos esperando, con está esperanza, que todo hubiese sido un sueño. La fila era enorme, llena de familias inseparables y lobos solitarios, todos nerviosos y asustados, siempre así desde que tengo uso de razón. Nacemos y, evidentemente, morimos esperando la salvación al mal supremo. Es la existencia que nos ha tocado y así quieren que la creas, sin reflexiones.