
Sobre el papel
16 diciembre 2022La ley del sol
21 agosto 2018No amaras a nadie por encima mio
Cada día amanecía un Sol nuevo. Un Sol que no era peor o mejor estrella que la anterior.
Habíamos aprendido a ignorarlo, simplemente estaba ahí, la luz y el calor necesario para la vida y, la vida, era todo eso tan cotidiano.
Él se sabía indispensable hasta que llegaba la noche y el astro moría arropado en el manto de ella, languidecía hasta consumir su último rayo.
Enamorada de la luna, Rosalía, solo caminaba cuando el ya había desaparecido. Le declaraba su amor al firmamento juguetón, mientras lo esquivaba a él.
-¡Arrrgh!- Grito el hijo del millonésimo sol- Falta una de mis ovejas. La han de enterrar en mi presencia si es que ha muerto- Rugió como un salvaje hasta que el resto de puntitos le hizo caso.
ya no podían seguir ignorando su calor. Estaba enfadado y exigía un sacrificio.
Buscaron a la mujer escondida entre las sabanas blancas de pereza.
– ¡Bruja!- El juicio no era necesario, la arrastraron del pelo hasta la plaza pública, protegida unicamente por una piel suave y apetecible.
-La ley- Dijo el sol- es inmutable. Nazco y muero por vosotros, quien no entienda el amor que me ha de profesar se consumirá conmigo.
-Jamas podre amarte- Le desafió ardiendo como el nunca podría
-¿Te atreves a ni siquiera fingirlo?
-No seria justo- Así fue como escribió su propia condena mientras que el resto aseguraba que el sol, más bien fingían, que ese sol no les pedía sumisión.
LaRataGris
Su derrota su éxito
No era necesario el amanecer
17 agosto 2015No era necesario el amanecer diario para saber que pasaban las horas. Bailábamos el tictac de un reloj imaginario, mientras que el sol venía con el canto del gallo. Se desperezaba la vida y en un bostezo aparecía la bella durmiente a deshoras, arrastrando vida.
Todo sucedía sin más; aunque el ser humano hubiese encerrado los días en semanas, las semanas eran meses y los años discurrían fugaces desde hacía un siglo o veinte lustros. No importaban las casillas en las que intentásemos contenerlo. Fue sentenciado incluso para los días oscuros en que negras nubes acercaban la noche. Quedo estipulado un sistema rígido en el que sólo se cambiaba el ritmo si lo necesitaba el superhombre del dinero. Se retrasaban y adelantaban las manecillas mientras, en realidad todo seguía igual, incluso para los que no sabían que no era necesario que amaneciese y se despertaban para estar juntos con las primeras luces del día.
LaRataGris
Operarios
1 junio 2015Justo antes de amanecer, tenemos que darnos prisa, colocamos las piedrecitas del camino. Le damos una nueva capa de pintura al cielo y sonreímos por que estamos trabajando.
La jefa indica la disposición de las cosas. Estudia el mapa de distribución y con una mano señala- allí, árbol. Aquí, casa. Acullá, un coche…
Poca gente nos molesta a esas horas. Tres o cuatro que esperan que les pongamos las calles que necesitan recorrer- ¡Vamos!- gritan porque los que madrugan siempre tienen prisa.
De allende el horizonte llega un operario asustado, aspaventando con las manos- Ahí, ¡Ay!, ahí hay alguien en la nada.- un sonámbulo que se salto todas las medidas de seguridad y se quedo a dormir. A veces pasa.
– ¿A ver quien entra ahora a por él?- todos sabemos que nunca es fácil regresar, por eso cobrábamos un plus de peligrosidad que los recortes se han llevado por delante. Aún así lo echamos a suertes y Manel empieza a ajustarse la escafandra, válvulas sin obstruir y cada indicador al máximo. El tiempo es vital para que no se nos acumulen las bellas durmientes, con más observadores más riesgo de un error.
-¿Preparado?-levanta el pulgar y sonríe. En un segundo desaparecen, se convierten en haces de luz, le hablan pero ya no entiende el pito largo y monótono.
Un sonido metálico lo une a la grúa que lo transporta hasta el filo de la nada. Esta solo. Las cosas esta donde toca, incluso el peligro. Salir de la zona de seguridad ralentiza los movimientos. Manel tarda una eternidad en coordinarse, hay un intervalo de treinta minutos entre paso y paso mientras, el sonámbulo parece despertar. Aún debe tener seis meses antes de que consiga abrir los ojos. Acelera su paso, consiguiendo que su aliento empañe la visera.
Pasan días y noches en los que los operarios construyen y destruyen la ciudad a su alrededor, calculan los pasos que dará durante esas veinticuatro horas y vallan un pasillo para que nadie se lleve por delante al hombre estatua. Pasan las semanas, los meses se hacen estaciones antes de poder tocar al sonámbulo que en este tiempo se ha despertado totalmente y con el su dragón del sueño.
El grito lo detiene todo, nos paralizamos, sabemos a Manel muerto.-Tendríamos que haber estado más cerca.- nos lamentamos- Quizá se hubiese despertado con el ruido de la grúa pero Manel no hubiese llegado a entrar.
Dejamos un vacío donde a partir de ahora habitara la bestia, suplicando que muera de inanición antes de que escape cualquier noche y se lleve a más operarios.
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