El orden de la tristeza

4 octubre 2022

-Puede que así sea mejor- Lara deja que la nada acune su olvido, que el tiempo cure sus desórdenes.

Durante algún tiempo había acariciado la idea de explotar, salpicarlo todo con la mierda que tenía dentro pero…¿de qué serviría?

El daño se había enquistado como una espina envenenada. Habla, podría destruir toda una realidad con solo respirar.

Cansada olvida cada una de las frases que tenía preparadas, cada uno de sus reproches se los calla y se deja tocar por el tiempo, teje el silencio y todos esta triste dentro de un orden.

LaRataGris


Perfectos «defectos»

2 septiembre 2022

Quebrar


Horda

26 octubre 2021

Cerró los ojos para verse por dentro, respirando de forma profunda y acompasada.

Los campos de margaritas se extendían como un infinito de paz eterna.

Se sentó a dibujar el movimiento del aire, bailó el susurro del agua de un viejo arrollo. Sentía esa tranquilidad imposible de buscar, que se construye a fuerza de soñar activamente y no quedarse solo con la fantasía. Caminar sola, escucharse, sentir la realidad y transformarla.

-Entra, entra en mí.

Invitó a la gente que más quería, con la que respirar se hacía más sencillo.

-Bailad conmigo. Cerrad los ojos a la tristeza-, a la vez que ella cerraba los suyos.

Y fueron dos, fueron tres; aumentaban exponencialmente hasta ser demasiados en el paraíso, todos dormidos para estar juntos, todos esperando que la alegría les inundase.

LaRataGris


Respirando juntas

6 septiembre 2020

Respirando juntos.


Un lugar donde quemarse

9 enero 2020

Estaba hecha de estrellas. Brillaba con ellas y a la vez le quemaban, por eso a veces necesitaba un rincón en el que explotar. Cuando sonreía el mundo giraba deprisa a su alrededor. La luna estaba contenta mientras le escuchaba enredarse en un laberinto de palabras para decir que había amanecido, por eso a veces le pillaba el sol y ya se iba más tarde.

Su respiración era el aliento de la vida y, por ser tan importante, podía ignorar la realidad, construir su propio refugio, donde disfrutar de la soledad de una compañía.

Estaba hecha de luz y fuego, estaba hecha de amanecer e infierno. Lo era todo, incluso cuando se volvía pequeña nada.

LaRataGris


Iguales ante la ley

12 abril 2018

Iguales ante la ley

 

 

Mientrastanto, los insectos, en lektu


Manual de supervivencia: Respirar

13 agosto 2015

Manual de supervivencia: Respirar


El rincón del poeta

30 junio 2015

El poeta vivía un sueño de palabras delicadas, con las que construía frágiles fortalezas de resistencia. Pintaba la realidad con plastidecores y tinta china pero, siempre el hambre, acababa guiando sus pasos por los caminos de la condena. Tenía un trabajo prisión en el que debía producir grises.

Cada día, el amo, contaba los excedentes que tenía que destruir-¡Tiene que sobrar más- gritaba cuando se sentía un pobre que no derrochaba, que malgastaba menos que su competidor- ¡Tenéis que ir más deprisa vamos, vagos, producid!

– Uno más- se decía el rapsoda- sólo uno más para poder comer.

Si nadie miraba escribía un verso apresurado, apenas un haiku, al que robarle el olor durante el resto de la jornada. Una esperanza.

-¡Señor Eme!- Su dueño estaba formado por los peores clichés de un tirano. Transmutado en cerdo sudoroso, de sonrisa parca y palabras ofensas- existe un rasgar de lápiz inapropiado en esta oficina, como si alguien escribiese versos para no estar trabajando ¿Sabe usted algo?

-Fue,- la hoja arrugada de palabras se pierde en el bolsillo- fue sólo un instante.

– Ha de producir, esclavo. No le pago para holgazanear. Que no se repita.

Una cámara comenzó a seguir sus pasos de poeta, alguien contaba las veces que respiraba, si perdía algún segundo en un movimiento innecesario.

Me duele el hambre. Yo que sólo necesito un punto pequeñito donde caerme muerto, beber el aire de forma suave y pausada. Me obligan a la inmediatez, a lo mundano.

Me duele el hambre, amigo mio, de una forma que sólo puede ser sentida, me es imposible explicarte como me esta pudriendo por dentro esta sin razón que es el trabajo.

Me duele y se me corta el aliento con lo que quieren que haga y hago. Me sienta tan sucio este traje de obligaciones que me desnudaría para no necesitar sus telas infectadas. Quedaría a la vista, igual que en esta carta que te mando, comería vientos si no me doliese tanto este hambre que me destroza.

-¡Señor Eme!- siempre otro grito- salga del lavabo, ya lleva demasiados segundos sin hacerme ganar más dinero- pero Eme se había marchado.

LaRataGris


Cambiar al escritor

15 septiembre 2014

Desorden. Recuerdo que sobre el teclado nada parecía tener sentido. Las letras no seguían una estructura lógica y comprensible, no formaban frases ni palabras, no buscaban la cadencia artificial del abecedario. Todas parecían dispuestas al azar: aquí una a seguida de una s, rodeada de q, w, z,… La barra espaciadora abajo, los acentos a la derecha, arriba números…todo era tan aleatorio y sin embargo, esa misma disposición, se repetía una y otra vez desde las antiguas máquinas de escribir hasta los ordenadores y periféricos más actuales. Sin manera de entenderlo, sin forma de cambiarlo, acepte su locura y deje que mis manos se familiarizasen con los caminos por trazar. Pasos pequeños fueron haciendo mía la distribución para que cuentos y absurdos aparecidos en la pantalla me descubrieran las maravillas que se escondían en aquel desorden. Así fue como mis dedos volaron sobre las teclas, borrando con su roce ciertas letras que se me iban enganchando primero en la yema y luego atravesaban la piel hasta viajar por mi sangre. Todo lo que iba apareciendo frase tras frase, las descripciones de la realidad, mis deseos más profundos se iban conformando y a la vez erosionaban mis aristas más superficiales. Escribir me transformaba en lo que quería ser a la vez que el mundo podía acompañarme en la peregrinación. Aquella maquina desordenada se había quedado muda, las letras eran yo y yo respiraba y expiraba historias que me obligaban a caminar con la rotación del mundo.

LaRataGris


Respirar de autómatas autónomos

11 marzo 2013

Respira hondo y se le cae un brazo en el esfuerzo. Vuelve a respirar. Ahora es un acto consciente, se tiene que forzar, no distraerse ni olvidarse. Si se duerme podría ser fatal, dejaría de hacerlo y moriría. Observa el rítmico subir y bajar del pecho, acompasado, obligado.

– ¿ que pasa?¿ por qué no hablas?- Pero el autómata no responde. Se mantiene en silencio. Puede ver, escucha las preguntas y, aunque podría contestar, prefiere no perder el ritmo, necesita seguir atento.

Cuando por fin se va cierra suavemente los ojos, aliviado. Al minuto se despierta ahogado. Tarda un segundo en darse cuenta de lo que ha pasado, mientras su angustia es infinita. Se obliga a no tener miedo y vuelve a luchar por sobrevivir, tal y como le enseñaron los comunicados oficiales- inspira fuertemente y expira. Deja que los problemas se borren de tu mente y concéntrate en no morir. Es es lo único que importa.- Todo el vuelve a funcionar de una forma autónoma, actuando por inercia en aquello que duele mientras contempla la belleza armónica de ser lo que toca cuando toca.

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