
Los límites de la imaginación
21 abril 2023La habitación pequeña
21 mayo 2019Ismael vivía en una habitación pequeña, llena de cómics, películas y libros. con todos sus tesoros construía castillos en los que esconderse.
En su mundo siempre sonaba algo de música, se podía tumbar mirando el cielo del techo, rodeado por sus amigos imaginarios.
Mas allá de la puerta, el resto de piso, era un lugar frio en el que convivir. Zonas comunes en las que tenías que desordenarlo todo de un forma exacta, para que nadie tropezase con nada.
El día en que cumplió cuarenta años, como si la vida se transformase, llegaron un montón de desconocidos a despedirse, cada uno con un regalo absurdo, algo que ya no cabía en su madriguera.
Tendría que desprenderse de algunos de sus tesoros para hacerle un sitio a un pisapapeles horrible, tarjetas y camisetas en las que se leía “demasiado viejo para la vida.”
Buscó algún rincón en desuso, quiso colonizar espacios comunes y al final tomo la decisión más acertada. Se deshizo de todo lo que le habían regalado, agradeciendo que fueran cosas tan inútiles que no le supusiera ningún problema el no quererlas.
-Ojala siempre me regaléis estas mierdas- les dijo antes de que la última persona, que llevaba veinte años sin ver, saliera para siempre de su vida.
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Recuerdos salvajes
7 mayo 2018Frágil, como una muñeca de porcelana demasiadas veces reconstruida, su mente sobrevivía colgada de un fino hilo a punto de romperse.
Cualquier cambio era, para Oscar, un choque de trenes sin supervivientes.
Se había machacado durante tantos años, hasta convertir su cabeza en una gelatinosa papilla que a duras penas servia para mantenerlo con vida.
Su mejor amigo, Alberto, le había acompañado por el mismo camino de autodestrucción. Sorprendentemente aún podía articular alguna palabra.
Él, Oscar, intentaba ser su apoyo, aunque también estaba para que le diesen una muleta.
Los días pasaban recordando los años salvajes; repletos de inmortalidad, los buenos viejos tiempos a los que no había forma de regresar.
-Somos una carga que no se divierte. Se decían con la mirada- ¿qué sentido tiene la vida estando muertos?
Oscar limpió los labios agrietados de saliva seca. Esta vez esperaba acertar con la dosis, desde luego la comida sabía a rayos, una buena señal para dejar de ser un peso muerto.
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La ciudad en rebajas
29 julio 2013La ciudad engalanada, vestida de alegría y fiesta mientras, la gente pequeña que la habita, se le pudren las entrañas. Es un exquisito cadáver de cuerpo aparente viviendo el futuro de este presente muerto, una fulana en rebajas para poder comer de limosnas.
– Que mis esclavos- dice por boca de su alcalde- trabajen por menos, hasta que desaparezca el día y se funda la noche. Sed serviciales con los compradores extranjeros.
De distintos países empiezan a llegar vivos atraídos por la carroña promocionada. Picotean sin descanso hasta que no queda nada para la pobreza autóctona, unicamente sus microtrabajos de sueldos ridículos. Se cuentan por millones los asalariados que no tienen ni para sobrevivir. Trabajan sin vida, sueñan sin imaginación, siempre con la exigencia de saber más.- chapurree ingles, aprenda ruso, conozca el noruego y el francés o alemán…. Estudie lenguas pero no la de los inmigrantes, esos que se integren. De más por menos.
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Antonio solo enfermo
22 agosto 2012Antonio fue un enfermo ilustre. Un muerto desganado del hacer, con la fama suficiente como para que no importase su apatía. Jamás sería un paria, -los despojos no tienen su sensibilidad ni su delicadeza al cantar con la voz rota-. Podía vivir de recuerdos, de amigos que no se iban ni en los momentos bajos en los que todos son una puta mierda- DEJADME MORIR EN PAZ -. Se quedaban incluso cuando su cuerpo quebradizo solo se podía mover para conseguir un poco de tranquilidad. La gente se acercaba como en una procesión queriendo elevar a su mártir. Movían sus piernas en la dirección correcta, rezando por que el roce desprendiese un algo de esa genialidad que se marchó al elegir suicidarse en cada risa, en cada fiesta.
-Antonio- le susurraban los otros muertos- ¿cuando vienes?- y siempre respondía tarde y-mas tarde, cuando nadie me aguante.
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Recuerdos por olvidar
4 septiembre 2011La vida de Alberto era muy sencilla. Levantarse, ir a trabajar y volver a casa a dormir. No hacía mucho más y tampoco notaba que le faltase algo a sus monotonías. Se había acostumbrado a ser su trabajo y en el se perdía para no tener que pensar demasiado, al menos no en el. Se dedicaba a encontrar imbéciles. Le contrataban para llevar clientes a los sitios y los ignorantes eran más fáciles de convencer.
Les prometía un cielo, una pequeña satisfacción y un souvenir para que pudiesen recordar la aventura de la compra durante toda una vida por un módico precio. No tenía que insistir mucho entre los que necesitaban sentirse un poco más queridos.
Su mundo construido de carencias reflejaba una vida de lujos, un gran apartamento en el que no vivía, siete coches por conducir y ropa que no combinaba con el uniforme que usaba de lunes a sábado. Le ahogaba la abundancia sin que el pudiese hacer nada. Cada vez que caía muerto frente al televisor se convertía en su carnaza favorita, sus propios anuncios lo hipnotizaban y secaban su autonomía.
Lucia siempre llegaba un poco más tarde, con más cosas por olvidar. Abrazaba su vegetal y le susurraba como consuelo para ambos- Tuvimos suerte de sobrevivir.- Luego suele caer rendida a sus pies y juntos esperan que la alarma del móvil les obligue a levantarse. A la vez sueñan la época en la que resistieron, echan de menos sus excesos y la vitalidad de no arrepentirse. Cómo si sobrevivir no hubiese sido suficiente.
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